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Goles y autogoles: fútbol y política

Por Eduardo Pino Viernes 11 de Diciembre del 2020

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A raíz de la crisis futbolística de Colo Colo, presentando una campaña que lo tiene en el sótano de la tabla, y a sus hinchas con el corazón en la mano y reacciones bipolares, es que el ex dirigente albo Jorge Vergara Villarroel manifestó la urgencia que el club quede en manos de la gente y salgan de su administración intereses empresariales y políticos que han perjudicado al club más popular de nuestro país.

Esa frase me trajo a la mente el entretenido y documentado libro de Daniel Matamala, “Goles y autogoles: historia política del fútbol chileno”. El autor repasa, desde sus inicios hace más de un siglo, cómo el fútbol fue transformándose en más que sólo una entretención deportiva para muchos políticos debido al fenómeno social que impactaba en la gente, pues asociar su imagen a campeonatos exitosos podía resultar decisivo al momento de recolectar votos, no olvidando además el valor añadido de los elevados réditos económicos que lo convierten en un muy buen negocio, ya que todos sabemos que el éxito en estas transacciones requiere de leyes que favorezcan las condiciones más convenientes. ¿Y quienes son los encargados de proponer, promover, priorizar u obstaculizar estas leyes? Es como si el círculo al cerrarse se fundiera metafóricamente con el balón que tanto nos gusta ver correr, aunque en vez de los 32 cascos de antaño cuyo calce resultaba perfecto, la ecuación implica políticos, dirigentes y empresarios en busca de poder y ganancias, rodeados por un mundillo muy particular y muchas veces carente de armonía y transparencia.

Desde presidentes de la República para abajo, en todas las épocas se ha observado que los agentes de poder han ido encontrando en el fútbol una buena fuente de identificación con la gente, tanto para persuadirla en tiempos de elecciones como para ejercer mayor control en tiempos de mandato. Los clubes más populares son los más apetecidos por razones obvias, por lo que no es casualidad que Colo Colo fuese asiduamente visitado por diferentes gobiernos cuyo fin era la asociación con el pueblo. Emblemático es el caso de Pinochet y su nombramiento como socio honorario o los 300 millones de pesos ofrecidos a Dragicevic para el Estadio Monumental (dinero que fue aceptado para completar el complejo deportivo de Macul pero que finalmente no se pagó probablemente por la derrota del SI en el plebiscito de 1988). Otro caso que llama la atención es el amor que repentinamente un hincha de la UC como Sebastián Piñera, experimenta hacia los colores del cacique, adquiriendo una parte de sus acciones, asistiendo frecuentemente al Monumental y prometiendo una nueva obtención de la Libertadores en sus apariciones a la prensa con la tricota alba. Curiosamente en la elección presidencial de 2009 logra aumentar el voto en sectores populares, especialmente en hombres. Si bien no necesariamente esto resultó decisivo en su triunfo, no estuvo de más “enamorarse”, empaparse e ingresar a la historia del club más exitoso y popular de nuestro país, en especial cuando tuvo la fortuna de relacionarse con la última generación dorada alba.

A Michelle Bachelet se le asocia a la selección nacional, a una madrina que se convirtió en cábala para nuestros principales ídolos, pero sobre todo respaldada y apreciada por un añorado y omnipresente Marcelo Bielsa, el mismo que explícitamente ignoró a Piñera en un desaire que se recuerda hasta hoy. Bachelet, aunque ya no ejercía como Presidenta, fue invitada a Sudáfrica, posteaba su alegría con cada gol y su popularidad en las encuestas subía y subía. Como dato curioso, en 2015 a pesar de asistir a los partidos de la Roja, no se dirigió al público ni inauguró la Copa América en nuestro país, golpeada por su vertiginosa caída provocada por el caso Caval, aunque repuntó temporalmente en las encuestas para la obtención de la Copa América y el cariño manifestado por los jugadores. ¿Casualidad?, evalúe Ud.

Hay muchos más ejemplos en el libro, especialmente referidos a que gran parte del funcionamiento del fútbol actual ha sido propiciado por los intereses políticos de variados colores. El surrealista mundo de la ANFP, el surgimiento de las Sociedades Anónimas, el manejo de clubes de provincia dirigidos por caudillos locales, el uso de bienes públicos como estadios municipales para obtener ganancias privadas, y un largo etc. Por eso es que la frase de Vergara suena bien para la galería, pero el escenario es mucho más complejo y al igual que en nuestra realidad nacional, los llamados a mejorar la situación, son los causantes del problema.