Argentinos insisten en reactivación de histórico proyecto de conectividad por aguas australes
De tarde en tarde durante la última década, sólo por mencionar y no ir más hacia atrás, las autoridades argentinas de turno vuelven a la palestra con el proyecto de conectividad que busca unir por aguas australes las vecinas provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego.
La historia es tan larga como extenso los frustrados intentos por avanzar en una iniciativa que es calificada al otro lado de la frontera como una “demanda histórica” de los habitantes fueguinos y santacruceños. El proyecto tuvo un paso gigante durante el gobierno de Néstor Kirchner, hombre de las entrañas de Río Gallegos, y luego una ratificación en el periodo de su esposa Cristina. Sin embargo, todo intento y buena voluntad no pasó más allá del papel.
Por eso, el anuncio de 2020 y ratificado en los primeros días del nuevo año nuevamente enciende la luz de esperanza de un lado. Y también la preocupación de otro, el de acá, el de Chile.
Lejos de un “bluf”, lo señalado por las autoridades argentinas hace algunos meses en cuanto a estudios en marcha y hasta la definición de las dos naves que harán el cruce, parece tomar fuerza ahora con la información procedente del Ministerio de Transportes de ese país: “Se está preparando el proceso de contratación para las consultoras que permitan hacer los pliegos de la obra. De esta forma, este 2021 tendremos importantes avances”.
El propio ministro de dicha cartera diría que se está trabajando para impulsar la conexión marítima entre Santa Cruz y Tierra del Fuego, “sin cruzar por Chile, porque necesitamos ganar soberanía y que todos paguen menos por ese traslado”.
En el papel, la propuesta no ha cambiado mucho con la idea que se viene manejando desde al menos tres décadas. Esta considera como puntos de conexión Punta Loyola, a 37,6 km de Río Gallegos, y un sector no definido entre el Hito 1 y Caleta La Misión (a 12 km de Río Grande).
El impacto para Magallanes
Sobre el tema, el economista magallánico Manuel José Correa prefiere ser cauto. “Es cierto que un proyecto de esta envergadura tendría un efecto negativo importante para nosotros, pero por años se viene hablando de su concreción y hasta aquí no ha pasado nada”.
Agrega que si la iniciativa avanza dando muestras de su factibilidad, se debe tomar en cuenta que toda esa demanda que justifica las operaciones de dos compañías chilenas en el sector de Punta Delgada, va a sufrir una caída notable en su demanda por la prioridad que los argentinos le darían a transitar por su territorio.
Ello -observa Correa- debe ser una luz de alerta y a considerar, para que las empresas tomen decisiones que permitan adaptarse a otra realidad y sobrevivir dentro de un impacto negativo.
Sin embargo, el también precandidato a la Gobernación Regional dice que hoy se debe estar tranquilos. “Ellos llevan muchos años con la intención de esta conexión, tal como la han tenido con el túnel bioceánico de Aguas Negras (entre San Juan y Coquimbo), que incluso ha recibido el apoyo chileno. Hoy el gobierno de ese país enfrenta muchos problemas de recursos y las prioridades van por otro lado. Por eso, y aún con la posibilidad de que se haga una inversión privada, no creo que estemos frente a un proyecto de corto plazo, más bien diría que queda mucho paño que cortar”.
Por tal razón, sostiene que la preocupación de Chile y, en particular de Magallanes, debe estar en la mirada geopolítica internacional “que no se resume sólo a este corredor marítimo sino también al posicionamiento en el continente antártico. Eso va a tener una importancia gigantesca en el futuro debate y en negociaciones entre Estados. Por eso, es importante tener en mente la elección de gobernador regional, una autoridad que deberá tener experiencia internacional y desenvolverse en estas lides, porque son temas que se van a instalar y necesitarán ser abordados”.
