Ingreso garantizado: la propuesta académica que plantea reemplazar programas estatales
Fue el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) quien levantó el tema en el marco de la Enade 2021 llevada a cabo el jueves. Juan Sutil, durante su discurso, llamó a discutir un ingreso mínimo garantizado que sea “progresivo y que sustituya algunas ayudas del Estado”.
Idea que fue destacada por diversos sectores, y que también logró el visto bueno del gobierno. El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, sostuvo el viernes a Radio Universo que “me parece bien” lo planteado por Sutil, e incluso aseguró que “es en lo que Chile ha estado avanzando”, recordando que el año pasado el gobierno comenzó a entregar un ingreso mínimo garantizado como complemento del salario mínimo, y también dijo que el Pilar Solidario del sistema de pensiones funciona bajo esa misma lógica.
De todas formas, subrayó que la intención del Ejecutivo es “amplificar” aquello, en base a un subsidio que sea “decreciente en el ingreso”, es decir, que se vaya extinguiendo a medida que el ingreso alcance cierto umbral y que sea “condicional a ingresos formales. Hay que incentivar la formalización”.
En esa línea, el jefe de la billetera fiscal aseguró que “yo he alabado y conocido varias propuestas que están arriba de la mesa”, destacando la del “profesor Claudio Sapelli de la Universidad Católica, quien tiene un documento bien interesante con esta propuesta”.
Sapelli es doctor en economía de la U. de Chicago y director del instituto de Economía de la U. Católica, quien en 2019 publicó un trabajo titulado “Ingreso Garantizado o Impuesto Negativo al Ingreso. Políticas públicas para sobrevivir al desafío futuro” -que ha presentado también en distintos seminarios en contexto de pandemia- , el cual promueve la implementación de un Impuesto Negativo al Ingreso (Ini), “un pariente del Ingreso Básico Universal (Ibu)” y que tiene ventajas como “promover la formalidad y la productividad al tiempo de promover un seguro a las personas contra diferentes riesgos, seguro que además porcentualmente es más importante para los más pobres. O sea, son medidas eficientes y equitativas a la vez”.
Reemplazar programas sociales por transferencias directas
¿En qué consiste? Sapelli, en su propuesta, lo explicó así: “Básicamente lo que se propone hacer es un Ini es reemplazar buena parte de los programas sociales para concentrar el gasto social en transferencias en efectivo a través de un cheque del Servicio de Impuestos Internos”.
“Se parte con un mínimo básico (de monto $M, a fijar) que reciben quienes tienen cero ingresos. A partir de ahí a cada peso ganado se le cobra un impuesto de, digamos, 30%. Entonces quien gana 100 recibe (M-0.3×100) +100. O sea, M+0.7×100. O, dicho de otra manera, la persona gana 100 y recibe un cheque por M-0.3×100. Dicho subsidio entonces llega a cero cuando el ingreso es igual a M/0.3, o 3.33xM. A partir de ahí se puede seguir cobrando 30% de cada peso adicional ganado, de manera de tener un esquema simple con una sola tasa”, señaló el académico.
Concretamente, continuó, “si M fuera $150.000, por ejemplo, este sería el mínimo incondicional. Si uno no tiene ingresos, recibe un subsidio de $150.000. Pero el esquema subsidia también a muchas otras personas. Por ejemplo, si el impuesto fuese 30%, todos aquellos que ganan menos de $500.000 (esta cifra resulta de multiplicar 150.000 por 3,33) recibirían un subsidio, de diferente monto”.
“Siguiendo con el ejemplo, quien ganara $300.000 recibiría $60.000 y su ingreso final sería $360.000. El cálculo es como sigue. A los $150.000 se le resta el 30% de lo que gana ($300.000), que es $90.000, por lo cual queda $60.000 como subsidio. Si alguien ganase $500.000 entonces el 30% de esto sería $150.000 por lo cual esta persona recibe subsidio cero”, agregó.
En resumen, Sapelli expuso que “todos quienes ganan entre $0 y $500.000 reciben un subsidio que va disminuyendo de $150.000 a $0 a medida que sube su ingreso autónomo. A partir de ahí el esquema impositivo se parece al tradicional. Hay una franja de ingresos a los cuales no se les subsidia ni se les cobra un impuesto y a partir de determinado nivel se empieza a cobrar impuestos”.
Financiamiento
y costo laboral
De acuerdo con la propuesta, para poder participar de este esquema es necesario que las personas estén registradas y envíen su declaración anual de impuestos, y es que solo ellas recibirían el cheque. “Esto es el ‘garrote’ que contiene el sistema”, dijo. “Obviamente que para algunos esto sonará como ‘demasiado bueno para ser verdad’ y se estarán preguntando por el costo total y su financiamiento. O estarán pensando que directamente es imposible que un esquema así sea financiable. Sin embargo, todas las estimaciones concretas que se han hecho, y hay varias, terminan con números que parecen financiables”.
Lo anterior, recalcó, en caso de que se opte por cerrar una “multiplicidad (en el caso chileno, cientos) de programas que serían redundantes si se implementa este esquema”, asegurando -en base a otros estudios- que para financiarlo no se requeriría más allá de 4 puntos del Pib. Así, comentó que con esta “red mínima que protege a todos, será innecesario otros esquemas de protección como el salario mínimo o la indemnización por despido”, por lo que se espera que se produzca una reforma importante de las regulaciones laborales que tratan de implementar política social”, sumado a que tendría también un “efecto de aumentar la oferta laboral formal, que como es el grupo que aporta contribuciones, también aumentará el ahorro total”.
Pero además del costo fiscal que tendría esta medida, Sapelli en su estudio recalcó que otra preocupación que salta en este tipo de iniciativas tiene que ver con el mercado laboral. “Es cierto que, si este esfuerzo fiscal mayor se hace y como consecuencia se retiran personas de la fuerza de trabajo, quienes de esa manera no pagan impuestos, se multiplica el problema de cómo financiar un esquema de este tipo. Sin embargo, la evidencia disponible parece indicar que los efectos en ese sentido son acotados”, aseguró.
Y añadió que “caricaturizando” algunos ven con esto “el cielo y otros el infierno. Y el tema al final es empírico. ¿Cuál es el efecto de estos esquemas sobre la oferta laboral? ¿En qué gasta la gente este ingreso?”. Sobre esto, afirmó que ya hay evidencia, y sostuvo que “el Ini reemplaza un esquema de política social que tiene fuertes desincentivos a la participación laboral formal de quienes la reciben, y los atenúa. Por ende, respecto de los pobres los incentivos son a aumentar la participación laboral formal. Respecto de los ricos es de esperar que los montos involucrados no generen ningún incentivo importante. La preocupación, entonces, podría radicar en qué sucederá respecto de aquellos con ingresos medios”.
“Respecto de ellos yo tendería a creer lo que nos dice la literatura, que los efectos no serán de magnitud importante (…). La evidencia disponible muestra que el impacto sobre la oferta laboral es pequeño”, acotó. A su vez, el economista subrayó que “no se detectan efectos en que, en general, el dinero es malgastado. Más bien se utiliza para aumentar la inversión en capital humano de la familia, para mejorar la salud, la nutrición, etc”.
Dificultades
Por último, expuso las complejidades que, a su juicio, tiene la medida. “Requiere un sistema nacional de identificación para poder estar seguros que el programa es universal y un sistema nacional de cuentas bancarias (u otro) para hacer los pagos”, deslizó.
“Otra consideración es la fortaleza del sistema de impuestos. Para aquellos países con un sistema impositivo desarrollado y efectivo el INI puede ser más atractivo ya que combina el gasto y su financiamiento en un solo acto (…). Otro problema importante es el diseño de la transición: este es un esquema ambicioso y la transición desde el esquema actual a un INI va a requerir de planificación. No es claro si lo mejor es hacer un ‘big bang’ o algo gradual. Hay que tener cuidado de darle prioridad a los pobres en la transición, el diseño debiera impedir que ellos pierdan su apoyo en alguna etapa de la transición”, indicó Sapelli.
Emol