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Economía freak

Por Jorge Abasolo Lunes 25 de Enero del 2021

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La economía es una ciencia abstrusa, difícil de abordarla y con más detractores que expertos en entenderla.

A veces he llegado a pensar que la economía se parece mucho a la meteorología. Una no acierta nunca, y la otra tampoco.

Pero recientemente ha salido al mercado estadounidense un libro de economía que vende más que la mejor biografía de un cantante rock, más que un libro de recetas de cocina o que la vida privada de Madonna. Con más de 50 semanas entre los libros más vendidos, sus autores amenazan con ganar en poco tiempo tanta plata como Reinaldo Rueda a cargo del peloteo chileno, pero de una forma más inteligente y no abusando de la ignorancia de los demás. El libraco en cuestión se llama “Freakonomics: A rogue Economist Explores the Hidden Side of Everything”, que podríamos traducir como “Economía rara: un economista pícaro explora el lado oculto de todo”. Los autores son gallos relativamente jóvenes y se trata de Steven Levitt (economista) y Stephen Dubner (periodista).

La razón para vender tanto, según Levitt, no se oculta en ningún lugar exótico, sino más bien en una guirnalda de datos. La genialidad de Levitt consiste en tomar una serie de cifras aparentemente sin sentido, descubrir patrones ocultos y darse cuenta de su significado.

Tal es el método que está detrás de Freakonomics y por el cual las preguntas planteadas parecen, a primera vista, desconcertantes. ¿Por qué los traficantes siguen viviendo con sus madres? ¿De qué manera el Ku Klux Klan es semejante a un grupo de corredores inmobiliarios? ¿Qué tienen en común los maestros de escuela con los luchadores de sumo? ¿Cómo la legalización del aborto disminuyó las cifras de criminalidad? ¿Qué es lo que hace a un padre perfecto?  Si Levitt y Dubner (los autores) vivieran en Chile, estoy cierto que habrían agregado otras preguntas, tales como: ¿Por qué la gente le sigue creyendo al ministro del Interior? ¿Quién le enseñó a bailar cueca a Ricardo Lagos Weber? ¿Por qué Jadue sube tanto en las encuestas? ¿Acaso se trata de un “Iluminado”?

Otra aseveración audaz de los autores es la que señala que en el caso de los niños, las piscinas son mucho más peligrosas que las armas de fuego. Aseguran que en EE.UU. cada año mueren cerca de 175 niños producto de disparos. En contraste con los 550 niños menores de 10 años que mueren cada año ahogados en las piscinas de sus hogares.

Claro que en estas cifras no se cuentan los heridos o lisiados de por vida que dejan las víctimas de los ataques con arma de fuego. Aún así, el libro es como las medidas antidelincuencia del gobierno: no es imprescindible, pero merece leerse.