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Frustración y desazón

Por Diego Benavente Viernes 26 de Febrero del 2021

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Es increíble cómo la frustración y desazón en las regiones del sur se ha ido incrementando y generalizando, gracias a un Estado fallido, respecto al mal llamado Conflicto Mapuche. Para reflejar cómo ha sido la evolución de lo que ha ocurrido, acudiré a lo expresado hace 20 años en algunas de mis columnas en un matutino regional.

En enero del 2001 decíamos: “Quién mejor que los mapuche son los indicados para decidir sobre lo que les gustaría conservar, proyectar y cautelar de su cultura, tradiciones, educación, medicina, etc. ¿Por qué no, entonces, organizar un plebiscito mapuche, para saber lo que ellos quieren?, como lo propuso… un empresario de la agricultura tradicional y dirigente político de derecha, a lo mejor todos estamos más cerca de la solución de lo que pensamos”.

En marzo del 2002 destacábamos que el desafío era generar un proceso de convocatoria amplio a nivel regional para actuar unidos, con generosidad y urgencia, que permita avanzar en la solución de los problemas de la región. Más aún cuando “la institucionalidad nacional de todo orden, prácticamente en toda nuestra historia, no ha contribuido ni tampoco ha entendido la especial realidad regional, lo cual ha derivado en políticas inadecuadas impuestas desde organismos centralizados. Es imperativo que el Estado nacional entregue en forma urgente las atribuciones y recursos necesarios para que la propia Araucanía con sus instituciones, comunidad y autoridades, pueda consensuar e implementar soluciones, políticas y medidas propiamente regionales a sus problemas”. Aún no se oye padre.

Algunos días después, ese mismo año, en otra columna, reforzábamos esta idea haciendo hincapié en la necesidad de poder constituir una Mesa de Trabajo y que ya era hora de empezar a trabajar juntos en serio y proponer soluciones concretas a nuestros problemas, especialmente en lo referido al tema mapuche y la pobreza regional. “De otra forma los que marcarán la pauta serán aquellos que tienen la secreta ambición de poder lograr CNNizar el conflicto. En esa fruncia comunicacional los que salen a la palestra, son aquellos que reflexionan en vivo y en directo o microfonizan los razonamientos, convirtiendo los argumentos en “cuñas”. Así no se puede pensar ni resolver nada, ya que los que en alguna medida llevan el pandero, les gusta la confrontación y en esta función, han supeditado y mediatizado sus objetivos para impactar y captar audiencia, no para proponer soluciones inteligentes.”

Agregábamos en esa oportunidad, que ya se sabía “lo que significa una estrategia de confrontación como la que nos llevó a una  polarización sangrienta en la década de los 60/70. En aquella época los cuerdos fueron superados ampliamente por los más violentos en su discurso, abarcando todo el espectro político. La cordura y la esperanza, desaparecieron por desuso.” Alguien puede dudar que el camino que estamos recorriendo parece ser muy parecido e ir en el mismo sentido.

A mediados del mismo año en una columna titulada, “convivencia étnica” hacíamos ver que ésta “es mucho más poderosa que los conflictos manejados comunicacionalmente por grupos minoritarios que usan la violencia. Este concepto del saber convivir entre culturas tan distintas, … puede ser el punto de encuentro que permita sentarse a un mismo lado de la mesa, puestos de acuerdo en una estrategia común regional, gente mapuche, agricultores y actores regionales para, de una vez por todas, sentar al frente al Estado nacional a negociar, como se paga la deuda histórica para con la región de La Araucanía.”

Si bien se han conformado instancias de importancia para abordar el tema, el mango de la sartén y los recursos siempre han estado en poder de los mismos que mantienen al país centralizado en extremo, así nadie ni nada puede avanzar.