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“Voces en mi cabeza” Aníbal Ricci Anduaga (1ª parte)

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 4 de Abril del 2021

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Daniel, uno de los protagonistas (el principal) de esta novela urde un plan para huir del “Complejo Antártico”; la excusa será ir a recoger pertrechos a la ciudad de Punta Arenas, de ahí Santiago y a continuación el Cajón del Maipo, más precisamente el poblado de Baños Morales, en el cual se presenta con el nombre de Aníbal (¿Ricci?). El propósito de su estadía era escribir una novela, “su” novela que llegara más allá de su propia biografía y en eso estuvo un año; mucho más que los tres meses inicialmente planificados: “Escribir es doloroso, pero descarga las culpas y permite el perdón. Le otorga belleza al pasado que nunca termina de ocurrir”. Esta última frase (“El pasado nunca termina de ocurrir”) es una novela de Ricci, publicada en 2016, la frase es recurrente en el libro que hoy reseñamos y de hecho en el relato alude a dicha obra. El protagonista se presenta además como autor de tres novelas.

La estadía en ese lugar, al que ha ido en otras etapas de su vida y de la cual nos enteramos al final del libro, posibilitará a Daniel separar el pensamiento de las emociones, es la estación final para alejar de su existencia las voces interiores que permanentemente lo han acosado y lo han obligado a una huida perpetua, tránsito en el cual la paranoia, la psicopatía, las drogas y la esquizofrenia han hecho lo suyo.

Ha llegado el momento de ordenar -en alguna medida- su historia, pues la narración que ahora sabemos está construyendo y que da como producto esta novela (“Voces en mi cabeza”) se transforma en una escritura desde distintos planos con relatos en primera o tercera persona, saltos en el tiempo (si es que éste existiera, acaso) o lugares. En determinados pasajes del libro, el autor inserta en la narración escenas de películas, como también (en algunos pasajes, reiteramos) recurre a las canciones del conjunto nacional “Los Prisioneros” con el mismo fin; preferencia que cambia hacia el final del libro por las creaciones del astro argentino Charly García.   

Ricci combina realidad dentro de la ficción con ficción dentro de la ficción. El protagonista explora pasado, presente y futuro, dimensiones que él mismo nos resalta que no existen y se diluyen en función de artificios, como las distintas dimensiones en las cuales se toman decisiones u ocurren los hechos, o el ya mencionado “Complejo Antártico”, entidad cuyo objetivo es básicamente el mejoramiento de la raza humana. Allí los “entes evolucionados” se encargan de eliminar mediante pulsaciones de un botón a aquellos integrantes de la sociedad (en este caso la chilena) que, a su juicio, “no son aptos” (“Los entes superiores son conscientes de las múltiples realidades y protegen a la raza humana de su masiva destrucción”). Allí trabaja Daniel y hay algo que lo diferencia de los otros operadores, quienes no perciben las decisiones que sus homólogos del futuro toman en distintas dimensiones; entonces se corre el riesgo que el presente con sus luces y sus sombras, se repita sucesivamente por esta memoria borrosa. Daniel reflexiona: “Al experimentar esta memoria defectuosa no se puede distinguir la realidad, solamente el genoma de la esquizofrenia permite acceder a todas esas realidades simultáneas y mediante un riguroso entrenamiento se armoniza la multiplicidad de emociones”; “la esquizofrenia no supone una enfermedad, es una mutación que permite acceder a otras realidades”.

La novela se inicia con un sórdido episodio que le ocurre a Victoria (¿esposa de Daniel?) para -a poco andar y sin previo aviso- mutar a la historia de Daniel en un relato que -como ya anticipáramos- no es fácil de seguir y debemos estar muy atentos para que la esquizofrenia, la paranoia, o el estado al cual llega el protagonista por el uso de las drogas no nos jueguen una mala pasada a nosotros los lectores y -porque además- la trama, es decir la biografía de Daniel, se proyecta hacia aspectos históricos, políticos y económicos de nuestro país.