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El chileno winner

Por Jorge Abasolo Lunes 5 de Julio del 2021
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Luego de la bonanza económica noventera, (ahora derrumbada) una nueva clase surgió en el país. Se trata del chileno winner, que se da en todos los niveles.

Por ejemplo, el winner de medio pelo es hijo de la comida chatarra. En la década de los noventa se paseó por cuanta fritanguería gringa de marca global llegó a Chile. La comida rápida permite que rápidamente se noten sus ripios educativos y los variados oficios que ha ejercido para poder llegar adonde ha llegado. Tienen un antes y un después:

AYER: Curandero

HOY: Mentalista

AYER: Peluquero

HOY: Estilista

AYER: ¿Me das tu teléfono? 

HOY: ¿Me das tu e-mail?

Lo reitero. Se trata del nuevo fenotipo chileno. El hombre en boga…el que la lleva.

Valoran el éxito por sobre todo y lo pregonan sin sentimientos de culpa.

El winner es el nuevo prototipo después del jaguar de los noventa. O la versión chilensis de los tigres asiáticos, si usted quiere.

Muchos de ellos confunden el éxito con el mérito, pero ahí están: envidiados, odiados, apostrofados, pero siempre en calidad de inamovibles.

El chileno winner eleva el materialismo a la máxima potencia. Conocí a un par de éstos en un almuerzo, cuando me tocaron de vecinos. Uno le dio la noticia al otro:

– Ayer murió el guatón Valdivieso…

– Hummm…¿y qué tenía?

– Unas pocas acciones en la Bolsa, pero nada realmente de valor.

Ya entre los winners de clase media se pueden advertir ciertas diferencias. A este fenotipo le pena el pasado. Conozco el caso de una winner que optó por cambiar hasta de hobbies y costumbres al aire libre. Y así fue como se compró un par de esquiés acuáticos. Luego preguntaba a todas sus amistades si conocían un lago con pendiente.

También les asiste el fuero del antes y el después:

AYER: Almacén

HOY: Drugstore

AYER: Vuelta del perro

HOY: Vamos al shopping

Y luego tenemos al winner de clase adinerada, que suele marcar la diferencia. Para este sujeto la ciencia es algo así como la prolongación de su anatomía. Vive permanentemente atento a la tecnología de punta, a la que le asigna un valor agregado y su consecuente status.

Es esclavo de la pantalla plana, del pendrive, la cámara AZ-WD de última generación y de cuanto artilugio tecnológico salga al mercado.

En cuanto a ropa prefiere las camisas Armani y los zapatos italianos.

Suele cometer dislates en sus conversaciones regadas con whisky, pero apenas pasada la resaca dará públicas explicaciones.

Se le puede graficar de la siguiente manera:

AYER: Me visto con cualquier porquería

HOY: Soy fashion

AYER: Loco de remate

HOY: Mis expresiones fueron sacadas de contexto.

AYER: Apitutado político

HOY: Asesor de gobierno

Lo peor es que este arquetipo chilensis ya ha traspasado nuestras fronteras, y no para bien nuestro precisamente. Digo esto porque hace poco el diario boliviano “Presencia”, en su editorial se pregunta: ¿Qué es un chileno? Y más abajo el editorialista se contesta a sí mismo: es un ciudadano muy parecido al argentino, pero peor vestido.

Reconozco que la frase me dolió, porque nos han dicho una verdad ecuménica, del porte de una deuda de país subdesarrollado..

Es cierto que desde el año 1985 la economía chilena dejó la involución y esa letargia exasperante para empezar a consolidarse como la proa de sudamérica. Hemos pasado de la Citroneta al auto Subaru Legacy, pero nos faltaron algunos pasos intermedios para retener este ataque de triunfalismo que nos ha puesto arrogantes, presumidos, aunque hueros existencialmente.

Los winners no son patrimonio exclusivo de un estrato socioeconómico. También están enquistados en la clase media…y en la media baja. Dicho de otro modo, existen los winner tipo A y tipo B. Todos son exitosos, y la diferencia estriba en la parte cultural.

Supe de un winner que se compró un par de esquíes acuáticos y -para inaugurarlos- andaba buscando un lago con pendiente. Estos detalles hacen que el sector más educado los mire con ese desdén propio de perro de hacienda.

Los winner lo miden todo con el cartabón del Dios dinero.

Es lamentablemente cierto. Estamos presa de la soberbia, esa pasión exagerada acerca de nuestra propia valoración. Jamás las pasiones han sido buenas consejeras…

Es cierto. Chile ha progresado una enormidad, y ahora somos los ases…de la tercera división del planeta. Sí, ¡porque no somos más que eso!