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Cinco razones de la caída de la política tradicional

Por Carlos Contreras Jueves 26 de Agosto del 2021

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No concuerdo con aquellos que tienen un discurso permanente en contra de los políticos y este desacuerdo tiene que ver con dos aspectos vitales: a) al final del día son los políticos quienes discuten y aprueban las leyes que nos rigen, b) como en todas las cosas, profesiones y ocupaciones existen claros y oscuros y por ello hay políticos buenos y malos, aunque normalmente sólo destacan los últimos. Pero, la idea de esta columna es transcribir las razones por las cuales la política tradicional está por el suelo en cuanto a su valoración pública, precisando algunas consecuencias que a todos nos afectan.

Uno. La clase política dicta leyes que luego no cumplen. En efecto, se dictan leyes que establecen una forma de financiamiento de la política, sistema de primarias para la elección de representantes de coaliciones, plazos y requisitos para los procesos electorales, prohibiciones de reelección luego de determinados periodos electos y, después, no las cumplen y surgen cuestionamientos al financiamiento de las campañas; se construyen elecciones primarias convencionales, no legales; se producen nuevas elecciones por quienes estaban impedidos de ir a la reelección y, se citan leyes especiales en escasas horas para inscripciones de última hora a representantes de la clase política. Lo anterior no es grave, solamente por el incumplimiento o el resquicio en el cumplimiento de las leyes, sino que es grave porque el ejemplo que se da al ciudadano en cuanto al respeto a la ley genera una legítima mirada que no sólo los poderosos pueden transgredirla incentivando, poco a poco, la insurgencia al pueblo. Por cierto, existen casos concretos que pueden justificarse en muchas cuestiones atendibles, pero lo cierto es que para hacer lo correcto sólo basta una y objetiva razón, mientras que, para justificar un incumplimiento, siempre existen muchas y subjetivas razones.

Dos. Discursos contradictorios. No sólo el discurso en cuanto a la forma, sino que en cuanto al contenido y al mensaje presenta ideas contradictorias que antiguamente se cubrían o maquillaban con recursos de oratoria, falacias y retórica, pero que hoy son identificados por una ciudadanía que detenta un mayor conocimiento e instrucción. Así por ejemplo, se habla de humildad para luego destacar el enorme trabajo que permitió la victoria y la “sintonía” con la gente que apoyó (escuálidamente) una determinada opción valorando por sobre todas las cosas el partido que patrocina la candidatura; se plantean ideas que fundamentan la actuación de quienes trabajan en política, que no son sostenidas en lo cotidiano o con acciones concretas y el ejemplo más claro está dado respecto de si las AFP son tan nefastas, por qué no han sido modificadas en todas estas décadas.

Tres. La paradoja de la democracia. Con el tiempo se ha constatado que, en general, los partidos no gozan de costumbres democráticas indiscutibles, pues muchas veces son determinadas facciones o grupos quienes detentan un poder interno muy contundente basado en el asistencialismo, amiguismo y, en menor medida, en los principios, los que determinan las conducciones partidarias, prueba de lo anterior son las diferentes situaciones que se han sucedido y que dan cuenta de crisis en las conducciones partidarias.

Cuatro. Muchos caminos, pocas soluciones. Algunos postulan la ruptura del sistema, pero no cuentan con personas que tengan la capacidad y el conocimiento para concretar una alternativa viable así, si cae el sistema, no se considera uno que lo reemplace para cumplir las aspiraciones y el funcionamiento del Estado; otros postulan la continuidad del sistema, perpetuando las inequidades, desoyendo el clamor de quienes están fuera de las bondades y beneficios del sistema. Al final del día podemos resumir en quienes quieren dejar atrás el mercado sin indicar cómo se reemplaza y se generan recursos para sostener el Estado y los programas sociales y, quienes se consideran tan satisfechos con el mercado que no se dan cuenta del sufrimiento y segregación que éste genera.

Cinco. Especialistas en todo. A diferencia del mundo real en que cada uno tiene que dedicarse, salvo contadas excepciones, a perseverar en una determinada profesión u oficio y trabajar duramente para pretender subir sus ingresos año a año, la clase política nos presenta personas que son especialistas en todo, si no sale elegido concejal o alcalde después se postulan a consejeros regionales o parlamentarios o gobernadores, como si estuvieran dotados completamente de los conocimientos y la experiencia para atender cargos tan disímiles, pero curiosamente, tan bien pagados en relación a los empleos y oficios ordinarios.