Necrológicas

A tres meses de la Convención

Por Elisa Giustinianovich Domingo 3 de Octubre del 2021

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Se cumplen tres meses ya desde la instalación de la Convención Constitucional. Como conjunto de personas diversas, elegidas por los pueblos para escribir un marco regulatorio que dé paso a un nuevo pacto social, hemos logrado aprobar en su totalidad el Reglamento General de funcionamiento y el Reglamento de Ética y Convivencia, y estamos avanzando en lo respectivo a Participación y Consulta Indígena y de Participación Popular y Equidad Territorial.

Durante todo este tiempo, hemos podido comprobar que, inevitablemente, al interior de la Convención vamos decantando en grupos afines, en función de decisiones que implican tomar posición ética-política. No es algo matemático, sino una decisión de vida acerca de cuál creemos que es el camino correcto. A veces los horizontes son muy similares, sin embargo, las rutas para llegar que se escogen pueden ser muy distintas y, a la larga, manifestarse en distancias mayores.

Desde los movimientos sociales entendemos que forma y fondo es una distinción meramente teórica, pues es en la acción donde se refleja el discurso, y no al revés. Hemos comprobado, por ejemplo, lo importante que es estar fuera de los partidos políticos, donde si bien podemos encontrar coincidencias, también apreciamos amarres inevitables que muchas veces obligan a tomar decisiones contrarias a sus principios. Y son esos principios los que estamos mandatados y mandatadas a proteger, pues somos representantes de una fuerte demanda por cambios en las prácticas políticas tradicionales. 

Las distintas articulaciones que confluyen en la Convención – movimientos sociales, feministas, ecoconstituyentes, entre otras – se superponen e interconectan grupos pequeños con amplia afinidad política. Puede parecerse desde fuera a la forma en que se organiza la política tradicional, pero hay una diferencia radical: traemos prácticas para horizontalizar y democratizar cada conversación, cada decisión, cada reunión, cada acción, sin brechas entre el dicho y el hecho, y sin olvidar lo que se planteó en las calles y cabildos desde el 18 de octubre de 2019. No estamos dispuestos ni dispuestas a que se negocie nada por encima, y estamos dando todas las peleas necesarias para que las conversaciones y las deliberaciones se den democráticamente, de cara a la comunidad. Reflejo de ello han sido los mecanismos de descentralización del órgano de la convención, o “eco-indicaciones” aprobadas, como el derecho humano al agua y saneamiento, el resguardo de la semilla ancestral y campesina, el Estatuto de glaciares y criósfera, la Defensoría de la Naturaleza y otras.

Los meses que restan para culminar este trabajo requieren mantener la coherencia política por parte de quienes estamos representando a los territorios en la CC. Pero también implican un desafío de tomar conciencia del sentido profundo de la democracia, del cual se nos ha despojado durante muchas décadas, tanto en dictadura como en la posterior democracia tutelada. Necesitamos revertir este enorme daño que se le ha hecho al país, y para eso es indispensable que los pueblos y comunidades tomen conciencia de la importancia de su participación en la construcción colectiva de ideas, sueños y propuestas, porque la democracia no se impone desde arriba sino que surge desde abajo, y sigue brotando en algunas de las candidaturas al Parlamento que, desde las bases de los movimientos sociales, hoy están en campaña para llegar al poder constituido del Congreso con objetivos constituyentes. 

La tarea es de todas, todos y todes y, por lo tanto, la invitación es a participar amorosamente en todos los espacios posibles de deliberación. 

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