“El asado”
Conversando hace poco con un amigo británico que ya lleva diez años en Chile, no pude evitar preguntarle por las cosas que más le llamaron la atención de nuestro alicaído país. Luego de meditar un poco me dijo: “El asado”.
Y es cierto. En estas tierras el asado hincó sus garras (o carnes) hace mucho rato y toda desgracia se morigera alrededor de un asado. Los hitos alegres… con mayor razón.
Conozco gente que se alista para un asado si su equipo predilecto perdió por goleada.
– Pasemos las penas con un asado- es la excusa preferida.
La llegada del primer hijo, un divorcio, un campeonato de rayuela, despedidas de soltero… y hasta despedidas de un trabajo se celebran por medio del expediente del asado.
Conviene aclarar que esta costumbre dista en mucho de ser chilena.
Se calcula que en el siglo XVIII había en la pampa argentina unos 40 millones de cabezas de ganado. Con el tiempo y adoptando costumbres criollas, el gaucho comienza a comer la carne asada. Con el facón realizaba un hoyo de unos veinte centímetros en la tierra, allí encendían una pequeña fogata y cocían la carne.
Tratándose de un país más vecino que amigo, la costumbre aterrizó por estos lares con la velocidad de una copucha.
Suceden cosas muy curiosas en medio de los asados. ¿Refleja esta cuchipanda un poco la famélica idiosincrasia nacional? Es probable que no, pero las reacciones de hombres y mujeres frente a un asado suelen ser muy diferentes. Ellas y ellos disfrutan de este encuentro de manera muy disímil.
Vamos viendo:
La mujer va al supermercado a comprar lo necesario. Aunque ella pueda traer lo necesario solita, suele hacerse acompañar de dos o tres amigas más. Tal vez ello sea parte de los preparativos del asado. Quizás se trate de una tarea colectiva.
También ellas preparan la ensalada, las papas con mayonesa y el postre.
Las mujeres preparan la carne, la ponen en una fuente con los utensilios necesarios mientras los hombres conversan sentados junto a la parrilla tomándose una cervecita.
El hombre pone la carne en la parrilla.
La mujer pone la mesa y coloca la ensalada.
La mujer le dice al marido que la carne se está quemando.
El hombre saca la carne de la parrilla.
La mujer pone los platos en la mesa.
Después de comer, la mujer trae el postre, levanta la mesa y luego lava los platos, la vajilla, los vasos y las copas.
10. El hombre le pregunta a la mujer si está contenta de “no haber tenido que cocinar” ese día.
Es cierto. En estas tierras el machismo campea hasta en los asados.