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Madre quedó postrada en silla de ruedas tras contagiarse por coronavirus

Sábado 4 de Diciembre del 2021

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Tras semanas internada en la Unidad Cuidados Intensivos y conectada a ventilación mecánica invasiva, Rosa Marilicán Gueicha consiguió sobrevivir al Covid. Sin embargo, a un año de contagiarse, aún sufre las graves secuelas que le ocasionó la enfermedad. Quedó postrada en silla de ruedas y ya no puede trabajar, razón por la que necesita urgente ayuda para gestionar su pensión de invalidez.

Esta madre, de 59 años, relata que se infectó el 24 de diciembre de 2020. Rosa es enferma crónica, tiene asma e hipertensión. “En un comienzo no le presté mucha atención a mi problema de salud, porque pensé que era consecuencia de las mismas enfermedades crónicas que padecía, aunque cada vez me sentía peor. Estaba con fiebre, con dolor de cabeza y tenía todos los síntomas del coronavirus. Llamé al Poli (Mateo Bencur) para que me testearan y cuando vinieron, ya tenía la neumonía por Covid y llamaron de urgencia a la ambulancia”, recordó.

Cuando llegó al Hospital Clínico, ya estaba con saturación (nivel de oxígeno en la sangre) y problemas para respirar. Fue hospitalizada de inmediato, aquel 24 de diciembre, en víspera de Navidad. “El doctor me dijo que estaba todo alterado. Me dice ¡te voy a tener que mandar a la Uci porque todos tus exámenes están malos y si no te entubo, mañana ya no vas a vivir!. O sea, si me hubiese quedado un día más en mi casa me iban a encontrar muerta”, confesó.

Recuerda que no se asustó, se fue tranquila, confiada en Dios y eso la ayudó. Le avisó a su familia que fue la que más se preocupó. Fueron 18 días en coma inducido, conectada a ventilación mecánica invasiva, por traqueotomía. Estuvo hospitalizada por dos meses cuando salió de Cuidados Intensivos. “Me miraban como si fuera un milagro, porque estuve entre la vida y la muerte. Dios estuvo conmigo siempre”, remarcó Rosa. 

Luego de sobrevivir al Covid, fue dada de alta aunque el cambio de vida fue brusco. “De un día para otro me sentí inválida. Salí del hospital y no me podía mover. Salí en una cama clínica”, agrega. Su hija debió asumir su cuidado porque estaba postrada. Hasta el año pasado, ella era una persona independiente y siempre hizo sus cosas, por eso el cambio para ella fue muy fuerte y doloroso.

“No es fácil depender de otra persona, pero busco salir adelante. Dios me ha dado la fortaleza, porque sin El todo sería peor. No digo que no lloro, igual me las he llorado todas, porque hay días que es mucho más difícil verte postrada en cama”, indica la mujer que está en rehabilitación.

Destaca que sus primeros pasos de rehabilitación los dio en su domicilio, pero ahora debe asistir al hospital aunque para ella se ha vuelto más complicado “porque no todo el mundo te lleva con la silla de ruedas y he tenido que movilizarme en el furgón, donde tienes que pagar 12 mil pesos (ida y vuelta). Es el único vehículo donde te puedes movilizar, pero es caro y no siempre tengo dinero para pagar, en el mes son alrededor de 100 mil pesos”.

Para ella constituye una situación compleja porque además por la discapacidad no puede trabajar y es por ello que necesita ayuda para gestionar una pensión de invalidez. “Por mi edad me dicen que no porque soy muy joven. Yo tengo una credencial de discapacidad, siempre trabajé en mi casa, pero ahora ya no puedo, así que solo tengo el Ife pero eso se acaba a fin de año y cómo me las arreglo”, se pregunta.

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