Susana Jelincic cerró con aplausos una vida ligada al Liceo María Auxiliadora
P
ocos días antes de cerrar el año 2021, la comunidad educativa del Liceo María Auxiliadora se reunió para despedir a quien por años, fuera su alumna, profesora de Matemática y jefa de la Unidad Técnico Pedagógica del establecimiento nacido bajo el alero de la Congregación Salesiana. En la ceremonia estuvieron presentes sus ex colegas, ex alumnas, familiares y autoridades del liceo. Hubo mensajes grabados, números musicales y discursos de agradecimiento por su labor.
Susana Jelincic Aguilar, nacida en Punta Arenas el 23 de enero de 1955, puso de esta forma, fin a su trabajo en el establecimiento a pocos días de cumplir los 67 años. Hija de Vicente Jelincic y Adilia Aguilar, quienes además son padres de Vicente, Juan y Jaime, en la ceremonia estuvo acompañada de su esposo, Rolando Harris, un matrimonio que ya lleva 38 años y del que nacieron Pamela (kinesióloga) y Nicolás (que estudió construcción superior y mantenimiento industrial).
Toda su enseñanza escolar la cumplió en el Liceo María Auxiliadora, al que ingresó en 1962 egresando en 1973. “En esa época, la mayoría de las docentes eran religiosas, y no había muchas más actividades, una iba a estudiar. Pasé por distintos horarios en el colegio: clases mañana y tarde, otro de lunes a sábado, sólo las mañanas, porque en la tarde no había actividades. Comencé a participar, en la enseñanza media, haciendo catequesis en la parroquia San Miguel, donde había un grupo juvenil. Ya cuando comencé a trabajar había muchas más actividades tanto para las niñas como para las docentes. Había festividades del colegio como el 24 de mayo, el Día del Docente, Día de la Alumna, así que los docentes íbamos mañana y tarde”.
Estudios con
militares armados
Tras egresar del liceo en 1973, viajó a Santiago para estudiar Pedagogía en Matemática y Estadística en la Universidad Técnica del Estado, época, por lo demás, muy convulsionada en el país. “Nosotros terminamos sin ninguna dificultad. En septiembre hubo un receso, pero logramos terminar el año escolar sin problemas, y yo me fui a estudiar, era primera vez que viajaba fuera de la región. Cuando llegué a Santiago, la universidad, al igual que todas, estaba tomada por los militares. Nos matriculamos sin dificultad y fue un año normal, pero entre comillas, debido a la instancia de lo que vivía todo el país. Una no daba dos, tres pasos en la universidad sin encontrarse con un militar armado. Después hubo menos vigilancia y control, pero siempre bajo esa situación. Cuando estaba terminando mi carrera comenzaron las protestas”, recuerda.
Apenas se tituló, tomó el avión de retorno a Punta Arenas. “Yo quería volver al colegio, porque lo conocía. Era un ambiente familiar. Ese año 1981 partí con muy pocas horas, porque cuando llegué, hablé con la directora, que fue mi profesora de Matemática, sor María del Carmen Nuín, una religiosa española. Me dijo que no había horas, así que entré a trabajar en otro lado. Después entré al nocturno y ahí tenía horario completo. Y a fines de marzo, me llama la directora para decirme que tenía unas poquitas horas, y así fui aumentando, llegué a tener 40 horas de Matemática”.
Entre los profesores que recuerda están Adriana Vera, quien le hizo clases en la enseñanza media y después, fueron colegas, al igual que Fanny Covacich. Entre sus compañeros de aula, cuenta a Mónica Taboada, Julio García, Auda Pavez, todos de enseñanza media.
Cambios con el tiempo
Muchas diferencias descubrió desde su época de estudiante hasta que regresó como docente: “Tenía, en la enseñanza media tres cursos, de primero a octavo eran dos, ¿dónde entraban las alumnas? no lo sé, porque se nos ha hecho chico el colegio. En esa época había puras salas de clases, por ejemplo, en primero medio entraban cincuenta estudiantes. El colegio ha ido cambiando muchísimo, sobre todo después de ingresar a la Jornada Escolar Completa, que significó que el horario se cambiara, con clases cuatro tardes más las mañanas, pero parte de esas horas, eran actividades para las estudiantes, lo que se eliminó con la pandemia por apoyo pedagógico, lo que se retomará este año, en que las niñas de tercero, cuarto y quinto básico tienen la posibilidad de participar en actividades científicas, deportivas, entre otras. Las de sexto, séptimo y octavo, tienen otras actividades para su formación integral, por ejemplo, deporte; otro grupo que está en Explora y lo mismo para primero y segundo medio. Y los viernes, hay actividades pastorales, en que las niñas participan siendo acólitas, en Infancia Misionera, donde ellas, voluntariamente escogen y las más grandes, son monitoras de las más pequeñas”, recordó.
Una nueva misión
Cuando entró a trabajar en el Liceo María Auxiliadora, el Ministerio de Educación creó la Unidad Técnico Pedagógica en los establecimientos. “Y por iniciativa de sor Rina Latini Giordano que era la consejera de media, me invitó a organizar esto. Le dije que no tenía idea, que venía saliendo de la universidad y ella me dijo que no me preocupara, que íbamos a aprender juntas. Estuvimos trabajando con Blanca Llanos, otra profesora de esa época. Nos reuníamos los sábados en la tarde, revisando los libros de clases. Después asumí la parte de evaluación y en 2012, asumí como jefa de UTP, que antes era ocupado por Pilar Bahamonde, que ahora es rectora del Colegio Pierre Faure y que trabajó conmigo como profesora”, resumió Susana Jelincic.
Muchos cambios nota entre las estudiantes de esa época y las actuales, dada la cantidad de generaciones con las que convivió. “Fui profesora jefe durante 27 años y han cambiado bastante, los apoderados también. Un cambio propio de la sociedad que estamos viviendo. Ese día de mi despedida escuché los saludos de mis ex alumnas, y una de ellas, Lorena Cvitanich, al día siguiente me llamó por teléfono, porque nunca hemos perdido contacto pese a que egresó hace 27 años. Y recordamos las diferencias. En esa época las chiquillas las sentía más independientes, les podías hacer observaciones y no había drama; hoy en día hay que tener mucho cuidado con lo que dices. Los apoderados también, en esa época apoyaban mucho y no te ibas a encontrar con alguno que te descalificara o le dijera a la hija que no era correcto lo que el docente decía. Y hoy en día esto se incrementó con la pandemia, sobre todo con los apoderados de las niñas más pequeñas. Antes teníamos apoderados con una situación económica que les permitía un buen pasar y la opción del colegio ha sido ir cambiando. También las situaciones familiares, de si están casados, separados. En esa época tenían que estar casados por la iglesia, hoy en día no. El ámbito social ha cambiado bastante y siento que eso nos ha hecho bien como colegio, porque estamos dando respuesta a una necesidad de la sociedad. Y los cambios que ha habido de la sociedad y dentro del colegio han sido buenos, un desafío para los profesores, pero es bueno que nos vayamos adaptándonos a lo que se requiere y no, como decían las chicas antiguamente, que las manteníamos en una burbuja. Entonces, esta revolución que empezó con los ‘pingüinos’ y este despertar de la sociedad que se vio antes de la pandemia, ellas participan y sienten que, de alguna manera, las que tienen ciertas dificultades o carencias, se sienten identificadas”, apuntó.
Otros comportamientos
Otra diferencia que nota es que en épocas anteriores, los profesores jefes citaban a los apoderados solamente en situaciones muy complejas o los veía en las reuniones, mientras que en los últimos años tenía que citar a los 40-45 estudiantes y sus apoderados, para distintos tipos de problemas: conductuales, de notas, psicológicos, una realidad económica compleja. “Es por eso que antiguamente para mí era fácil tener dos jefaturas, ahora es imposible”, reconoce.
El adiós no ha sido con penas, ya que se fue preparando en los últimos años, sobre todo al llegar la pandemia. Ese mismo 2020 pensó en retirarse, sobre todo porque estuvo seis meses de licencia, por una operación a la columna. “Me incorporé en septiembre en medio de esta vorágine tecnológica, con videconferencias y clases virtuales. Por una dificultad, los sextos básicos quedaron sin profesora de Matemática así que virtualmente las asumí. Nunca había trabajado en ese nivel, siempre de octavo a cuarto medio. Ahí aprendí a usar el Meet. El año que pasó seguimos con lo virtual y como jefa de UTP, junto con el equipo, observábamos las clases, que antes seguíamos presencial. Y el 2021 retomamos la evaluación docente, que había quedado en pausa. El primer semestre observamos a los profesores y terminado el semestre, lo entrevistamos. Y en el segundo semestre, dividimos los docentes y con otra colega teníamos que seguir a unos catorce o quince, para después hacer la evaluación, que después se les entregó y fue todo un desafío”, finalizó Susana Jelincic.