Necrológicas

Mujer trasplantada: “Esta es una segunda oportunidad de vida”

Lunes 14 de Marzo del 2022

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Producto de una nefritis aguda autoinmune, Paola Cristina Barría Caibul (45) estuvo al borde de la muerte, sus riñones dejaron de funcionar y debió dializarse, su vida dependía de una máquina. Sin embargo, este proceso fue especialmente complejo y es que sufrió muchos problemas por el acceso vascular, que la pusieron en un delicado estado de salud y al borde de la muerte, para complicar todo aun más vino la pandemia. 

La nefritis aguda autoinmune le fue diagnosticada hace ocho años, pero ella no sabía que estaba enferma, en ese tiempo trabajaba en una casa comercial, iba al gimnasio y era muy activa. Un día comenzó a sangrar por la nariz, después empezó a tener problemas con la orina (era oscura), aunque ella lo asoció a la menstruación. Sin embargo, el cambio de color era porque no le funcionaban los riñones.

“El problema es que los riñones no duelen. Entonces yo no me sentía mal ni nada, porque no tienen síntomas. Cuando fui al hospital, me ingresaron de inmediato, me hicieron exámenes de sangre y orina. Me preguntaron quién me acompañaba y les respondí que era mi marido. El médico me dijo que lo llame urgente. Yo le pregunté por qué si me sentía bien, pero lo llamaron igual. Los médicos son muy torpes para decir las cosas y me dijeron que los riñones estaban fallando y que iba a necesitar un trasplante, imagínate mi impresión si yo no me sentía mal y no tenía dolor”, recuerda Paola.

La ingresaron al Hospital Clínico y la sometieron a exámenes médicos. “Me dieron un medicamento, pero perdía sangre por todos lados, vomitaba sangre y me sangraba la nariz”, recordó, explicando que la trataron con inyecciones para solucionar los riñones, eran tres dosis, entraba el miércoles y salía el viernes, por cerca de tres meses, sin embargo, no dio resultado.

“Ahí caí en diálisis, partí con hemodiálisis, pero no la aguanté porque aparte de todo eso tengo un acceso malo en las venas, tengo un catéter que funcionó una pura vez y nada más, después me ponían catéter provisorios. Después pasaron a un catéter para peritoneo, pero hubo un problema”.

Confiesa que esa fue la única vez que sintió dolor, que le corría una cosa helada. Caí en la Uci y después supe que me estaba desangrando por dentro, porque había un problema con la arteria. Después me dio una trombosis en las piernas y estuve un año y medio sin caminar y tuve que aprender de nuevo”, recuerda Paola, quien advierte que fue un proceso muy complejo.

Donante

Cuando le preguntaron quien podía ser su donante, su marido Rodrigo Saldivia Sánchez no lo pensó dos veces y se hizo los exámenes. “Cuando se fue a hacer la ecografía y le salió que en el lado derecho tenía un riñón y en el lado izquierdo tenía dos, uno normal y uno chiquitito. Entonces tenía dos riñones y medio, todos funcionando. Por eso le digo que él nació para mí”, sostiene Paola.

Es así como el 19 de octubre pasado se concretó el trasplante, ello tras estar en hemodiálisis dos años y luego en peritoneo los siguientes seis años. Fue intervenida en el Hospital Base de Valdivia, donde se quedaron tres meses, hasta que le dieron el alta. Aunque debe permanecer en controles y a fin de mes debe volver a esa ciudad.

Su marido Rodrigo Saldivia Sánchez confiesa que “yo siempre fui donante, me había inscrito hace años, pero la verdad es que uno no piensa en que te va a pasar a tu familia, y gracias a Dios que somos compatibles, pero creo que todos debieran ser donantes”. 

Por su parte, Paola reconoce que ella era de las que cuestionaba para qué iba a donar sus órganos. “Estando en la situación, te das cuenta que esto es para dar vida, una segunda oportunidad. Para mí es un regalo de Dios, me cambió la vida del cielo a la tierra, antes no podía salir y tenía que ir con mi máquina para todos lados. Estábamos como presos y la pandemia lo hizo todo más complejo”.

Tras lo vivido agradeció a la Unidad de Diálisis del Hospital Clínico, al doctor Rodrigo Mansilla y a la enfermera Ayling Campos encargada de trasplante.

Balance 

Magallanes es la tercera región con la mayor tasa de donación de órganos. Este es parte del balance realizado por el Hospital Clínico. Así es como, durante el año pasado se realizaron tres trasplantes de córnea, un trasplante de donante vivo y tres procuramientos (donación de órganos).

Durante 2020, se realizó un procuramiento multiorgánico.

Por otro lado, la lista de espera de cada órgano y tejido es única, nacional y transversal al sistema público y privado. En ella ingresan todas las personas que necesiten un trasplante, sin importar su estrato socio-económico, funcionando según criterios estrictos, de acuerdo al órgano o tejido involucrado. En la actualidad, hay cerca de 2.400 personas esperando por un órgano, en la mayoría de los casos esperan por un riñón o hígado.