Karry Iribarra: “No es común que en las familias se tenga internalizado el conversar temas de autocuidado con sus hijos”
El programa se inició en 2019 y hoy ha atendido a más 160 familias en nuestra ciudad. Su objetivo es promover herramientas para la detección de factores de riesgos y así prevenir futuras conductas delictivas asociadas.
El programa pertenece al Sistema Lazos, que es la oferta pública especializada de la Subsecretaría de Prevención del Delito
Familias Unidas es un programa perteneciente al Sistema Lazos, patrocinado e impulsado por la Secretaría de Prevención del Delito, a través de la gestión del Area de Atención al Menor de la Corporación de Educación y con el apoyo de supervisión técnica-clínica de la Fundación San Carlos de Maipo.
A través de esta orgánica, una dupla psicosocial compuesta por dos psicólogos busca acercarse a familias que se encuentren en alguna situación de riesgo social: esto se detecta a través de encuestas realizadas desde las escuelas municipales que deciden hacerse parte del programa, desde las cuales se puede concluir en qué familias existen posibilidades de que el niño, eventualmente, pueda caer en futuras conductas delictuales o en algunos casos ya hayan ocurrido.
El programa actúa en 10 comunas de nuestro país y desde sus inicios en Punta Arenas, en 2019, ha tenido la posibilidad de contribuir en el desarrollo emocional familiar de 161 familias. El rango etario de los adolescentes es de 11 a los 16 años, ya que en palabras de la psicóloga Karry Iribarra, se trata de una etapa muy sensible en que los jóvenes se encuentran en plena búsqueda de identidad, momento en que están más propensos a caer en decisiones que no sean acertadas por falta de guía parental.
“La idea de este programa es poder, a través de evaluaciones que detectan ciertos factores de riesgo, conocer casos como deserción escolar, situaciones en que los niños hayan incurrido en delitos, y saber en qué grado se involucran los padres con sus hijos. La idea es buscar que los padres sean los ‘sujetos de cambio’ como les llamamos y sean ellos quienes provean de factores protectores. De esa forma, buscamos que los niños logren enfrentar los riesgos que el sistema les otorga de la mejor manera”, complementó.
Trabajo con los padres
La psicóloga asegura que el proceso que viven estos jóvenes los expone de alguna u otra forma a situaciones en que les puedan ofrecer consumo de sustancias como cigarro, alcohol o drogas, además de caer en conductas sexuales que puedan representar un riesgo. A través de estas intervenciones, la dupla psicosocial espera que esos temas se puedan poner en la mesa entre los padres y sus hijos para que se genere una comunicación que otorgue confianza y elimine ciertos tabúes.
“A esa edad los niños o adolescentes se encuentran en una etapa exploratoria, por tanto necesitan tener una figura que cuando les diga ‘cuídate’, les diga además cómo cuidarse, y cómo responder ante ciertas situaciones que pueden resultar desconocidas para ellos. Entonces con las herramientas que nosotros les entregamos, los padres comienzan a darse cuenta de que sus hijos tienen voz, y constatan de que la confianza va creciendo a través de una dinámica del no juzgar. Se logra generar instancias de confidencia”, agregó.
La dinámica de trabajo se divide en tres ciclos al año, en el cual participan 32 familias en cada uno de ellos. En 12 sesiones profundizan en los aspectos ocultos que se encuentran las familias, de las cuales 8 son de manera exclusiva con los padres y entre medio de estas se va trabajando con los jóvenes. Aunque el programa se inició presencial, actualmente la dinámica es 100% online, sin embargo esperan que se retome la presencialidad para acceder a la totalidad de las posibilidades que estas instancias otorgan.
“Sinceramente he podido sentir que la recepción de los padres a estas invitaciones es bastante buena porque acceden de manera voluntaria, esto después de haberles contado todos los beneficios que estas intervenciones gratuitas pueden resultar. Realizamos dinámicas entretenidas sobre una temática que es compleja, con talleres de verdadero y falso, juegos de roles, entre otras actividades. El progreso lo vamos constatando con el lenguaje que utilizan, ya que empiezan a incorporar conceptos que previamente no conocían, como la empatía por ejemplo”, comentó.
Causas de estos factores
Según señala la psicóloga, estos problemas generados en los jóvenes, quienes resultan víctimas del desconocimiento, no responde a un estrato socioeconómico particular, sino más bien a una rutina cotidiana que no resulta del todo sana en la familia. Esto, básicamente porque los padres se preocupan de entregarle las necesidades básicas a los niños y muchas veces se quedan en el aspecto emocional por falta de tiempo.
“No es que no quieran ayudarles en ese sentido, sino que la rutina los mantiene en cubrir las necesidades de alimentación, educación y vestimenta, pero se olvidan de hablar con ellos. Por tanto, resulta poco común que en las familias se tenga internalizado el conversar temas de autocuidado con sus hijos como parte de su desarrollo integral, y creo que esta necesidad se ha ido mostrando cada vez más, por ejemplo, al ver el aumento de violencia tanto en niños de escuelas como también en los jardines infantiles”, concluyó la psicóloga Karry Iribarra.