Conductor recibió pena de 5 años en libertad y la madre señaló que su hija no tenía por qué morir

Una pena de 5 años de presidio, que cumplirá en libertad, recibió ayer Sebastián Oyarzo Oyarzo por la muerte de la joven de 20 años, Bárbara Rojel Jofré; y las lesiones graves de Yanira Lai Barrientos, en un accidente de tránsito ocurrido la mañana del 25 de abril de 2021.

Además el sentenciado quedó inhabilitado de por vida para conducir un vehículo motorizado.

Ese día, faltando 15 minutos para las siete de la mañana se desató la tragedia. En un Suzuki Swift, de color amarillo, iban tres ocupantes: Oyarzo y las dos mujeres. El hombre conducía a 162 kilómetros por la Avenida Frei, de norte a sur, y a esa velocidad pasó el vaivén que hay en Enrique Abello, según consiguieron establecer los peritos. Esto obviamente lo llevó a impactar con la berma del lado izquierdo primero, luego con la del lado contrario y de ahí volcaron. La violencia del accidente hizo que Bárbara saliera eyectada y las lesiones le costaron la vida. La amiga sufrió lesiones graves, pero con el tiempo se recuperó. Aunque no psicológicamente, porque perder a su mejor amiga la tuvo mal por mucho tiempo, tal como lo declaró en el juicio oral.

El conductor resultó policontuso de carácter leve, además fue diagnosticado con etilismo agudo. La alcoholemia posterior arrojó una concentración de alcohol en la sangre de 0,81 gramos de alcohol por litro de sangre.

Pena efectiva de cárcel

El voto de los jueces Guillermo Cádiz y Luis Alvarez permitió que Oyarzo cumpla la pena bajo el sistema de libertad vigilada intensiva.

Sin embargo el magistrado José Flores Vásquez fue del parecer del cumplimiento efectivo de la pena, fundado en aspectos que calificó de “la mayor relevancia”, como la abundante ingesta alcohólica previa en que incurrió el conductor.

Y que “cuando el acusado ya se encontraba en estado de ebriedad, como fluye de la prueba de la Fiscalía, asume la responsabilidad de aceptar llevar hasta su casa a sus dos acompañantes, ocasionales, en alusión, sabiendo el estado de intemperancia alcohólica en que se encontraba, y no sólo condujo el vehículo ebrio, sino que además, se desplazó al volante del móvil a una velocidad que resulta a todas luces incomprensible dentro de la ciudad (162 kilómetros), por decir lo menos, considerando que existe el tope máximo de 50 kilómetros por hora para el radio urbano”.

“No tenía que morir”

Patricia Jofré Soto, madre de la víctima, no entiende cómo le dieron la libertad a una persona que a su juicio es un irresponsable, “y que muy pronto lo veremos otra vez detrás de un volante”, como se lo manifestó ayer a su abogado Ramón Ibáñez.

Bárbara era su hija, con quien tenía una muy buena relación. En 2021 había terminado sus estudios de cuarto medio e hizo su práctica.

En el juicio declaró que a Sebastián lo ubicaba por nombre, pero no lo conocía. “Se supone que eran amigos”, sin embargo para ella nunca lo fue “porque sino no habría pasado esto”.

Pasaron tres horas desde el accidente hasta que falleció. A los jueces les dijo que con esto se le acabó la vida. “Cuando mi hija muere se fue todo con ella”.

Era hija única, la nieta mayor, “y ahora ya no está”.  Después de muchos meses decidió recibir apoyo psicológico. “Pero esto es como estar muerta en vida”.

Pidió que el conductor fuera condenado “porque ella (Bárbara) no tenía por qué morir. Por qué no cuidó a las niñas, si hubiera pensado que llevaba vidas humanas no hubiese pasado lo que pasó”.

En este juicio la fiscal fue Romina Moscoso y como abogado defensor penal público actuó Pablo Santander Severino.