Necrológicas

Cuando se está de cumpleaños

Por Emilio Boccazzi Campos Lunes 19 de Septiembre del 2022

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Cuando alguien está de cumpleaños, ya sea una persona, institución o, en este caso  nuestro país, uno suele acompañar en la celebración y, la gran mayoría de las veces, obsequiar un “presente”, un regalo o un cúmulo de deseos más espirituales que acompañen a esa persona o institución en su nuevo año de vida.

Chile cumple, mientras escribo esta columna, 212 años de vida como país libre y “soberano”.

Un país joven, como la casi totalidad de países americanos. En su corta vida, busca aún su identidad y sus conflictos más profundos corresponden al día de hoy, a la convivencia y/o reconocimiento con la población pre-existente u originaria al menos en el Chile Central. Paradojalmente son las tierras donde se produce para la gran mayoría que habita Arauco y La Araucanía, los mayores rezagos sociales y económicos. Para colmo de males, una de las principales industrias que se activaron y potenciaron en dictadura y que luego se han mantenido y crecido en “democracia” es la industria forestal de plantaciones exóticas como pinos y eucaliptus. Aquí se ha instalado “el gran capital”, que a partir del subsidio del propio Estado ha cambiado significativamente el paisaje, el ecosistema que ha transformado desde cordillera a mar, desde más al norte del Biobío y, hasta Valdivia, las otroras inmensas plantaciones de trigo y cereales, por bosques industriales, que han dejado estéril la tierra y la han secado hasta las últimas gotas. 

¿Qué se podría regalar o desear para este extenso centro-sur de Chile? Pues que, en paz y sin violencia, se haga con seriedad y seso, una adecuada planificación territorial, que progresivamente vaya recuperando tierras, y las incorpore nuevamente a la producción de alimentos. Chile se encuentra en la décima posición de entre los principales productores de celulosa del mundo con un 3,1% de la producción mundial, sin embargo hoy importa trigo, azúcar y cereales. Un razonable equilibrio y ordenamiento territorial, donde la recuperación y compra de tierras, vaya acompañada de un proceso de reinstalación con recursos, para volver a hacer productiva esa extensa área de Chile.

En el norte, los procesos de cambio climático, de calentamiento global, ha hecho que los procesos de desertificación avancen a pasos agigantados al centro norte de Chile. El desierto ya está a las espaldas de Santiago. En el Norte Grande, donde se produce lo que se denomina “el sueldo de Chile”, hay comunidades que tienen cada día, como bien más escaso, el principal elemento de vida, como es el agua. ¿La minería debe desaparecer con esto que estoy relatando? Pues creo claramente que no, sino que la actividad, debe hacerse progresiva y continuamente con mayores y mejores estándares. Chile no puede dejar bolsones de pobreza por donde va extrayendo riqueza. ¿Qué le podríamos regalar a nuestro Norte Grande, “cobre y mineral”? Claramente que la industria pública y privada de la gran minería lo haga con altos grados de respeto al medio ambiente y, que en materia de migración, el gobierno, analice con profunda seriedad y sin dogmatismos, que Chile tiene una capacidad ya colapsada para seguir acogiendo oleadas migratorias ilegales y sin un ordenamiento lógico, lo que es un atentado a los derechos humanos de los propios migrantes y a los chilenos que con suerte han sido acogidos en sus mínimos sociales necesarios por parte del Estado de Chile.

Y en nuestro sur, vasto y “prístino” que sucede o que podríamos desearle o regalarle en este nuevo aniversario de la “Patria” (también podría ser “Matria” y aquí sí que aplicaría con sensatez y profundo significado el lenguaje inclusivo). Nuestro sur olvidado o postergado por un arraigado sentido centralista de nuestras élites y gobernantes, debe hacer ver por todos sus medios disponibles, el sentido de futuro, de reserva y de esperanza que significa en un mundo convulso y en crisis, “el sur del sur”. La industria salmonera que se ubica desde la Región de Los Lagos hasta Magallanes esencialmente, pasando por la Región de Aysén, es en conjunto, la que produce el 27% de la producción mundial de salmón. 

Esto significa una altísima responsabilidad de la propia Industria, pero principalmente del Estado de Chile, que debe hacer cumplir, los mismos estándares que dicha industria tiene u opera en Noruega, que es el principal productor de salmón, y que paradojalmente, gran parte de los capitales de su operación en Chile provienen de dicho país escandinavo. ¿Qué podríamos regalarle a Chile y a esta hermosa porción del sur de Chile? Pues dignidad y firmeza a nuestro país para exigir que lo que allá (en Noruega) sea bueno se aplique también acá (en Chile) y lo que es malo allá (en Noruega) también lo sea acá (en Chile). Esta industria y el Estado de Chile deben entender, que aquí deben convivir, la industria salmonera con deseables y necesarios altísimos estándares, con el desarrollo del turismo y la contemplación.

¿Es mucho pedir para Chile, para con sus territorios (y maritorios) y su población? Creo que no ¡¡Disciplina, dignidad, buen y ponderado juicio, progresividad, trabajo constante, proyección y orden son algunos de los atributos que requerimos para lograr un mayor y mejor desarrollo. Feliz Cumpleaños Chile y para todos los chilen@s.