Cuidado de la Plaza de Armas, cuidado de nuestra historia

Para los puntarenenses, la Plaza de Armas Benjamín Muñoz Gamero parece haber estado siempre allí. De alguna manera es así, pues su actual nombre fue una forma que tuvo el entonces gobernador Oscar Viel de tributar a su antecesor, quien murió asesinado en 1851 durante el motín liderado por el teniente Miguel José Cambiaso. 

Sus cipreses y otros árboles datan de 1903, por oden del gobernador Carlos Bories y, primero como terreno baldío y luego tomando forma como centro neurálgico de la naciente sociedad magallánica, fue testigo del esplendor económico que derivó en la construcción a su alrededor de numerosos palacios e inmuebles lujosos.

El monumento que está en su centro, basado en esculturas de bronce de Hernando de Magallanes y representantes de las etnias originarias, fue inaugurado en 1920, con motivo del cuarto centenario del paso del navegante por el estrecho que hoy lleva su nombre.

Ya en 1991, la plaza fue declarada Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales. 

Toda la vida de Magallanes ha pasado por esta plaza y ella, desde siempre, buscó ser un punto de encuentro de sus habitantes. Allí, las autoridades de todas las épocas han encabezado ceremonias y acompañado a visitas ilustres, pero también cada familia puntarenense guarda en sus recuerdos alguna foto de matrimonio, comuniones, confirmaciones, cumpleaños, graduaciones y nacimiento de sus hijos.

Más recientemente, actos masivos y celebraciones colectivas se han dado cita en ella, así como también ésta ha albergado a todos aquellos que han salido a las calles a manifestarse.

Toda la vida de Magallanes y su gente ha pasado por esta plaza y depende de todos nosotros cuidarla. Ello, más allá de las discusiones abiertas sobre nuevas interpretaciones de nuestra historia y de los símbolos y emblemas que debemos honrar como sociedad.