Fusión nuclear: el gran mérito de la Física y la necesidad de la Etica
Por estos días la atención noticiosa se ha centrado en fútbol, acuerdos constituyentes o crisis políticas de nuestros vecinos; pero una de las noticias que ha pasado casi desapercibida podría ser precisamente la de mayor relevancia en las últimas décadas para la humanidad, que es el logro de la ignición por fusión, comunicado por científicos estadounidenses que hace décadas buscaban provocar este verdadero “milagro”, referido así por la gran cantidad de trabajo y frustraciones a lo largo de este intrincado camino más que por el carácter divino del hallazgo.
Personalmente no podría explicar el complejo proceso de este trascendente resultado, pues los verdaderamente autorizados son los físicos expertos en la materia, pero a “nivel usuario” y simplificando la conceptualización científica, puede decirse que se ha logrado obtener más energía que la invertida en el experimento, siendo muy favorable el resultado pues la “ganancia” de ésta el año pasado había sido de 0,7; mientras que ahora se logró un increíble 1,5. A pesar que sólo a largo plazo se podría proyectar un afiatamiento de estos resultados y, más importante aún, la masificación de este tipo de energía en bien de la humanidad, la emoción de lograr algo que parecía imposible sólo parece estar reservada para los expertos en la materia, cuyo dominio de este complejo conocimiento les llevaría a valorar y dimensionar realmente lo que esto significa en la historia de nuestra especie. Para aquellos que nos tratamos de acercar a la comprensión de este fenómeno a un nivel “popular”, basta con imaginarnos que ésta podría ser una solución energética abundante, limpia y al alcance de todos para satisfacer gran parte de nuestras necesidades y aumentar nuestro bienestar de manera masiva.
Al leer las proyecciones de los científicos a cargo de este experimento, y aún reconociendo que deben dominarse muchos aspectos que aún presentan evidencias incipientes, con la consiguiente cautela a considerar, por ejemplo, en la necesidad de seguir invirtiendo en el área o proyectarse en un tiempo largo hasta obtener resultados más confiables, no puedo dejar de pensar en que más allá de las limitaciones del ámbito científico y sus premisas básicas de comprobación y réplica de variables que desafían el ingenio humano, gran parte del buen uso que se le podría dar a este tipo de hallazgos dependerá del control de nuestra propia naturaleza humana. Es que más allá del dato duro, de los algoritmos o fórmulas, de los cada vez más sofisticados instrumentos y el apoyo tecnológico o el acervo de conocimientos acumulado que se multiplica de manera exponencial y a una velocidad vertiginosa; más allá de todo eso, la ética, los valores humanos y la necesidad de convivir en paz debiesen ser los referentes más importantes al momento de guiar nuestro actuar y tomar decisiones que por su trascendencia debiesen ser producto de un profundo análisis y una sincera reflexión, más allá de intereses personales, ambiciones particulares o mezquindades del momento. Cuando revisamos la historia de la humanidad, nos encontramos con situaciones y coyunturas que pudieron significar prosperidad, progreso y bienestar para las personas, como algunos avances en salud por ejemplo, pero en otras ocasiones estos descubrimientos sólo han servido para lograr modos de vida extravagantes, innecesarios y egoístas, o buscar la sumisión e incluso la destrucción de los semejantes que se convierten en obstáculos de proyectos escasamente humanizantes. En este mismo ámbito de las energías, ¿hasta qué punto la necesaria masificación de energías renovables ha sido frenada por intereses estratégicos de índole político y económico, con el consiguiente deterioro ambiental?
Por eso, cuando avance esta investigación en muchos años más y la inteligencia humana y artificial derriben las limitaciones a las que nos desafía la naturaleza, ¿estarán las autoridades políticas preparadas para tomar decisiones que contemplen una ética universal que fomente lo que hemos mencionado? Esperemos que a la par del gran trabajo, ingenio e inteligencia de los científicos; les podamos exigir sabiduría a quienes tomen las decisiones finales.