Centro de Vacaciones y su Premio por la Paz
Los equipos que conforman los Centros de Vacaciones Sociales (Cevas) ya se preparan para dar a los niños y jóvenes de la región un tiempo de esparcimiento sano, lleno de alegría y compañerismo en las diferentes parroquias, colegios y sedes vecinales y sociales.
A partir del 3 de enero próximo, serán cientos de muchachos y muchachas los que se congregarán en estos espacios protegidos para aprender, jugar y compartir gracias a los monitores que, generosamente, dispondrán de su tiempo para sus hermanos más pequeños.
Quizás pocos saben en nuestra región que los Cevas son uno de los “productos” más innovadores que ha creado Magallanes. En 1971, dos sacerdotes, inspirándose en la experiencia belga, decidieron conformar este movimiento solidario en nuestra zona, con la finalidad de dar unas vacaciones cristianas a todos los niños y las niñas, especialmente a aquellos que, por situación socioeconómica y/o laboral de sus padres, no podían disfrutar de un tiempo entretenido y seguro de descanso en el verano.
Hoy, los Cevas se han extendido por el país e, incluso, se han convertido en un verdadero “producto de exportación”, al ser emulados en otras naciones como Honduras.
Así, la semilla cristiana que se plantó en Punta Arenas en los albores de la década de los 70 ha germinado, dando frutos y extendiendo su impacto positivo más allá de nuestras fronteras.
Los Cevas nos enseñan cuánto pueden hacer jóvenes comprometidos con sus comunidades y cuánto nos embellece y ennoblece entregarnos en un servicio alegre y desinteresado.
Ciertamente, todo esto tuvo en consideración el obispado de Punta Arenas al escoger a los Centros de Vacaciones Solidarias para entregarles, el próximo 31 de diciembre, el Premio por la Paz. Se trata, sin duda, de una distinción totalmente merecida que comprometerá aún más a todos aquellos que dan vida a estas actividades: los jóvenes que creen y trabajan porque haya mayor justicia social.