Aquí vamos de nuevo
Al fin y al cabo se llegó a un acuerdo bien consensuado después de tres meses, así lo que se inició a mata de caballo el 15 de noviembre de 2019, con un acuerdo en el que costó que se subieran todos o casi todos. Ahora con mayor tiempo se corrigieron los errores, se acotaron los bordes y al parecer se tienen las condiciones para desarrollar un trabajo y proceso constitucional más adecuado, asegurando estabilidad. Por supuesto no están todos, lo cual probablemente no sería real. De esta forma, el Acuerdo por Chile permitiría que algunos no se pasen de rosca como ocurrió con el proceso anterior de la Convención Constitucional.
La experiencia ha enseñado que estos procesos son delicados y por lo tanto, conviene amarrar a ciertos políticos y personajes que abusan de la figuración pública, para así cuidar el acuerdo, de modo que nadie se lo pueda llevar para la casa. Muchos de ellos viven presos de sus twitteos extremos, al buscar el volumen de seguidores tan anhelado, lo que les obliga a circular por cornisas cada vez más delgadas y complicadas, donde el volver atrás no está en las reglas. Así mismo habrá que cuidar que esté a salvo de los que no quisieron sumarse, que en esto y, si el trabajo se hace bien, podrían quedar más aislados y acotados. Pero también serán una señal de alerta en el caso de que el trabajo en este proceso se pueda ir desviando, ya que tendrán permanentemente encima la amenaza fantasma de los extremos que buscarán sacar partido de los fracasos o tropiezos que se pueda tener en el camino.
Aunque suene raro, hay que agradecer al proceso de la Convención Constitucional, por muy defectuoso y malo que haya sido, tanto su trabajo como el contenido del texto mismo, su mérito ha sido el poder superar por primera vez después del golpe militar, aunque sea de rebote, la grieta que existía entre los votantes del Sí y el No. La amplitud del rechazo no sólo lo consiguió electoralmente, sino también con la creación de nuevos partidos en el intertanto. Los cruces para uno y otro lado, permitirán iniciar un nuevo ciclo para la política en Chile, los cortes del animal serán otros, ya no serán los mismos del pasado. El fracaso estrepitoso de la Convención Constitucional si en algo sirvió, lo fue para mover el clivaje del sí y el no y así poder aspirar hacia un futuro común compartido por una gran mayoría del país moderado, asociado al centro más que a una izquierda o una derecha.
Este nuevo proceso constitucional que se abre, también permitirá probablemente limar algunos excesos en materias como la plurinacionalidad y la paridad extrema, que al imponerse como dogmas, no permiten flexibilizar situaciones donde muchas veces no resulta eficiente el imponerlas a rajatabla y, más bien debieran ser orientaciones que deben cautelarse, cuando así lo ameritan las circunstancias de cada situación en particular.
Los expertos perse, los que ya también participaron, incluso en abundancia en la convención constitucional, no aseguran una calidad en los resultados, como se pudo apreciar en la experiencia fallida. Por ende, se hace necesario tener un equilibrio entre, los expertos y los electos de modo de generar un proceso y resultados virtuosos, todo esto de frente a la ciudadanía y con gran transparencia que permita ir guiando los avances que se requieren así como superar los amarres de los incumbentes. Estos al no querer dejar sus situaciones de confort como las actuales, pueden ser un impedimento para poder aspirar a un sistema político adecuado a la modernidad y para una eficaz resolución de conflictos, que sin lugar a dudas nos corresponderá enfrentar a futuro como país.