“Por los pibes de Malvinas que jamás olvidaré…”. Argentina obtiene su Tercer Campeonato Mundial de Fútbol. Parte 1
“Muchachos, esta noche me emborracho” es una canción grabada en 2003 por el grupo argentino “La Mosca Tsé Tsé”, los mismos de: “…Yo romperé tus fotos, Yo quemaré tus cartas, Para no verte más, Para no verte más…”. “Muchachos…” en su versión original no fue un gran éxito, pero su adaptación “Muchachos, Ahora Nos Volvimos a Ilusionar”, con motivo de la participación de la Selección Argentina en el Mundial de Fútbol de Qatar y específicamente en la final (“Muchachos, Ahora Nos Volvimos a Ilusionar”) la transformó en un himno: “En Argentina nací, tierra del Diego y Lionel, de los pibes de Malvinas, que jamás olvidaré”
En Argentina el fútbol es todo, se mezclan Las Malvinas, el Tango, la Literatura, el Cine y el Rock, la superstición, la cábala y la Mano de Dios. Pasión argentina y “Una pasión es una pasión” como señala uno de los protagonistas de “El Secreto de sus Ojos” la premiada película trasandina donde el fútbol como pasión es otro de los protagonistas y donde también destaca un entrañable funcionario judicial que le dice a su jefe y amigo: “¿te das cuenta Benjamín? el tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín, no puede cambiar de pasión”.
Pasión y todo, el más grande de los escritores argentinos Jorge Luis Borges no fue muy amable con el fútbol: “El fútbol despierta las peores pasiones. Despierta sobre todo lo que es peor en estos tiempos, que es el nacionalismo referido al deporte, porque la gente cree que va a ver un deporte, pero no es así. La idea de que haya uno que gane y que el otro pierda me parece esencialmente desagradable. Hay una idea de supremacía, de poder, que me parece horrible”. También remató con una de antología: “El fútbol es popular porque la estupidez es popular. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos”.
Sin embargo, Borges por afinidad con los habitantes del sector de Boedo, donde estaba la biblioteca en la cual trabajaba, señaló que se había convertido en hincha del club San Lorenzo (“con tal de que no me hagan ir al fútbol”, les habría dicho a quienes lo convencieron).
Por su parte el “Negro” Fontanarrosa (Roberto), escritor y caricaturista fue un fanático de Rosario Central; los “Canallas que tienen como clásico rival a Newell`s (“Leprosos”). Las historias del “Negro” también nos llevan al fútbol: ”Uno se detiene un momento antes de entrar a abrir la puerta y cruza un par de frases con su vecina. Le pregunta por las flores que está regando, por la dimensión insólita que ha alcanzado la enamorada del muro. Comprende, de pronto, que esa vieja hinchapelota y mal llevada, no es tan mala. Por lo contrario, es muy simpática. Entra por fin y va hasta el baño, antes de prender la radio para oír, de punta a punta, los comentarios finales. Orina. Se lava las manos, se mira en el espejo. Tiene más de mil nuevas canas las sienes. Hay dos arrugas novedosas y profundas en la frente. Las ojeras se han tornado más oscuras. Uno ha envejecido cinco años otra vez, igual que siempre. Todo por un clásico, apenas. Un partido de fútbol, simplemente”.
El gran novelista y cuentista Osvaldo Soriano -que jugó fútbol a un muy buen nivel- fue hincha también de San Lorenzo de Almagro y nos regaló historias delirantes del balompié; la mejor de ellas fue la Mundial de 1942 que se jugó en la Patagonia (en 1942 y 1946 no hubo mundiales debido a la segunda guerra mundial). La finalísima se disputó entre Germanos y Mapuches. Cuanta Soriano que en la ocasión se trajo a un regimiento chileno de la frontera para la interpretación de los himnos patrios; así fue con Alemania, en tanto los Mapuches al no tener nacionalidad reconocida, ejecutaron una danza para invocar a sus Dioses. En un encuentro que duró más de un día y en el cual, por arte de magia, desaparecieron los arcos y la pelota, finalmente vencieron los Mapuches. Oficiaron de árbitros el argentino Casimiro (su tío, según apunta el escritor) y William Brett Cassidy, hijo natural de Butch Cassidy, el legendario bandido integrante de “La Pandilla Salvaje” y que junto a su colega Sundance Kid y su amante Etta Place vivió en las estancias de la Patagonia, llegando hasta Río Gallegos.
Continuará…