Serenidad en medio de un mundo cambiante
La pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania y, más recientemente, las pruebas de misiles de algunas naciones asiáticas nos han demostrado la fragilidad humana y de nuestra convivencia mundial.
Por otro lado, el escenario latinoamericano también nos muestra que la democracia puede tambalear en cualquier momento y que está amenazada por corrientes totalitarias y extremistas del espectro político.
La migración descontrolada, el aumento del narcotráfico y de la violencia en la comisión de los delitos son otros hechos ciertos que, si bien como región los miramos aún con cierta distancia, son realidades y nos acechan.
Las proyecciones económicas mundiales y nacionales tampoco son promisorias y las consecuencias del calentamiento global también generan grandes incertidumbres en la población.
En este panorama, Magallanes se presenta como una región favorecida, que tiene grandes oportunidades de crecimiento, pero que debe tomarlas cuidando su biodiversidad y que este progreso se traduzca en bienestar para su población y en oportunidades ciertas para las próximas generaciones.
Hoy, cuando las familias magallánicas están celebrando Navidad, debemos valorar que hemos podido superar entre todos una pandemia férrea y que debemos mirar el futuro con optimismo y serenidad.
El Papa Francisco ha hablado estos días precisamente de aquella cualidad, indicando que serenidad no significa que todo esté bien, que no haya problemas ni dificultades. Por el contrario, implica mantener una actitud de disposición de trabajar para que cosas buenas acontezcan, entendiendo que enfrentar escollos personales o cualquier crisis requiere un compromiso diario de esfuerzo y templanza.
Para los creyentes, dicha serenidad proviene del convencimiento del amor de Dios, de que se debe esperar con calma y paciencia, lo que no significa dejar de actuar.
En esta Navidad, debemos agradecer, una vez más, el tener la enorme suerte de vivir en Magallanes.