Masiva despedida tributaron a empresario y ganadero Patricio Corcoran: “Un hombre de bien, cálido, justo y soñador”
Un cerrado aplauso despidió ayer al empresario y ganadero Patricio Corcoran Bahamóndez, ante una multitud en la iglesia Catedral, mientras de fondo sonaba música irlandesa, a cargo del grupo Aranxante, un deseo que el mismo Corcoran había expresado a un amigo. Antes, los asistentes se emocionaron con los sentidos recuerdos que entregaron sus familiares, particularmente sus nietos, que revelaron aspectos desconocidos de este vecino magallánico.
El responso estuvo a cargo del sacerdote Freddy Subiabre, quien en su homilía destacó el legado que Corcoran dejó por sus cualidades personales y que se vio reflejado en la masiva concurrencia a su despedida.
El primero en hacer uso de la palabra fue su hijo Brian Corcoran Blackwood, quien lo recordó como “mi mentor, amigo, formador y papá. Exigente y duro, siempre con la hipótesis de que el sufrimiento diario conduce a la felicidad. Viejo jodido, pero sin embargo, derecho, justo, cariñoso y querendón. Nunca dejaste algo a medias o mal hecho, en el ámbito laboral, familiar o material, de ahí tu lema ‘cierra el círculo. Cuánto te gustaba construir, y no sólo inmuebles, sino también relaciones y amistades. La única pelea que no me pudiste ganar fue que me alejara del campo, siempre reprochando que para qué trabajo tanto, que es un negocio malo e ingrato”. Además, expresó la voluntad de que la empresa Corcoran, “líderes en distribución y buen servicio, y que las 250 familias que dependen de ti, tengan la seguridad y orgullo de formar parte de una compañía que se considera una familia”.
En tanto, su nieto Rodrigo Vásquez Corcoran, despidió “a mi mejor amigo que me pudo dar la vida. Cálido, la primera palabra que se me viene a la mente cuando pienso en ti. Una persona cercana que supo llegar al corazón de muchas personas. ‘Qué le pasó a tu equipito’, ‘cuando te vas a cambiar al Colo’, preguntas que me hacía todos los días, quizás con la excusa de llamarme y preguntarme si me sentía solo o si estaba solo. Historias de las que nunca me olvidaré fueron las que me contabas con un brillo en tus azules ojos, como si hubieras esperado toda una vida para contarlas. Tenías una cuota de fantasía soñadora muy propia tuya; un tipo exigente, pero muy duro cuando tenía que serlo”. Posteriormente, fue el turno de Julián Vásquez Corcoran, otro nieto que reveló los últimos días del empresario. “Esta vez, habíamos intercambiado roles: tú eras mi nieto y yo tu abuelo. Aprendí a mirarte, a enseñarte, quererte, sentirte y admirarte. Me quedo con innumerables momentos en que nunca faltó tu alegría, sabiduría y locura. Por sobre todo, locura. Con esa palabra me quedo de ti. Me quedo con tus locuras que hacías cuando íbamos al campo, con tus infaltables óperas que cantabas en donde se te diera la gana. También me acuerdo de tus sobrenombres y frases que nunca faltaron: ‘Malaria’ como le pusiste a Martín; ‘Tesorito’ a Lucas; ‘El mudo’, como muchas veces me dijiste que era. Y de una especial frase que siempre me decías: ‘Yo te amo con locura’”.
La última despedida familiar corrió por cuenta de Ricardo Riveros, gerente comercial de Corcoran, su yerno: “Hace mucho tiempo, dijo que quería prepararnos para el día en que se retirase de la oficina. Con todo el amor que te tengo, me esforcé para que cuando llegara ese día pudiera disfrutar junto a mi suegra, con sus hijos, nietos, nuera y yerno. Su familia a la que tanto quiso. Hoy me siento débil, me falta mi suegro y compañero, pero estoy seguro que todo lo que me enseñó, como persona, será una guía que nos permitirá a todos continuar con su legado”.
Finalmente, a nombre de los amigos, aunque recalcó que “hay muchos con más derecho que yo”, se dirigió a los asistentes Lorenzo Marusic, quien habitualmente se reunía con Patricio Corcoran en torno a una mesa de café, donde se hablaba de la contingencia durante cinco minutos y los restantes cincuenta minutos, de la vida. “Escuché ‘hombre de bien, enojón pero justo’ y que lindas palabras para mi querido Patricio, a quien conocí en primera preparatoria en el British School. En los recreos me acuerdo que el Pato a todo lo que pasaba por el lado, le pegaba. Era gruñón, gordito, pecoso, y lo conocimos de esa forma, pero aunque la vida no lo cambió mucho, siguió firme con sus ideas que quería imponer y un hombre tremendamente justo”.
Tras salir de la catedral, el cortejo se dirigió hasta el Cementerio Municipal. La llegada al camposanto estuvo marcada por los bocinazos de los nueve vehículos de la empresa Corcoran, desde un camión a un auto, que de esta forma agradecieron el ejemplo que Patricio Corcoran deja tanto como persona como en el terreno empresarial.