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“WALT WHITMAN MALL”. Cristian Formoso. Parte 1

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 5 de Febrero del 2023

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Un “Mall” en su acepción arquitectónica o urbanística no es otra cosa que un Centro Comercial, en el cual conviven en un mismo espacio distintas tiendas o negocios. Los magallánicos nos ufanamos (entre tantas otras cosas, nos ufanamos) de haber tenido el primer “Mall” del país; la Zona Franca (Parenazon) que inició sus actividades a fines de la década de 1970; o sea, hasta en esto: siempre pioneros.

La “fiebre” de los “Mall” en Chile se inició junto con la década de 1990, sepultando para siempre las pretensiones de los decadentes “Caracoles” ochenteros y convirtiéndose en verdaderos transformadores de nuestra cultura, pues podremos reclamar contra los impactos de estos megaterios de concreto, pero muchos lo pensarían más de un minuto ante la opción de prescindir de ellos. Algo así como cuando debutó la informática en las organizaciones públicas y privadas y ante la andanada de críticas, el punto de quiebre (o de inflexión, como dicen ahora) llegaba cuando el vapuleado encargado de informática preguntaba: “¿retiramos los computadores, entonces?” y la respuesta rotunda y generalizada era negativa.     

La apabullante publicidad ha fijado en nuestra memoria no sólo la existencia de estas construcciones, sino también sus denominaciones. Por ejemplo, nombres como “Mall Plaza” (Vespucio, El Trébol, Oriente, etc.) ya nos resultan familiares. Pero encontrarnos con un “Walt Whitman Mall”: ¡qué quieres que te diga!”, o sea, cómo te explico; “too much” (para estar a tono con lenguaje y siutiquería) y nos preguntamos (quizás, algunos nos preguntamos) cómo es posible que el nombre del gran poeta estadounidense Walt Whitman (1819 Nueva York, Estados Unidos – 1892 Nueva Jersey, Estados Unidos) el gran renovador, a quienes tantos le deben tanto, de Neruda y Borges hacia abajo (hacia arriba difícil encontrar alguno; difícil, no imposible, para que nadie se enoje). Cómo es posible, decíamos, que el nombre del autor de “Hojas de hierba” sea utilizado para denominar un centro comercial.

Pero, el “Walt Whitman Mall” (en adelante, WWM) existe: está ubicado en Huntington Station, Nueva York e inició sus actividades con ese nombre en 1962. Actualmente se llama Walt Whitman Shops y tiene una superficie de 101.204 m2, con 105 locales, 3 tiendas anclas y 5.043 estacionamientos. Su nombre homenajea al gran poeta por la cercanía a su lugar de nacimiento y en el acceso hay una estatua en su honor. 

Esto de los nombres de celebridades aplicadas al comercio, da para mucho, y si Nueva York tiene su WWM, la comuna de Providencia cuenta con el Hotel “Neruda”. En Santiago centro, muy cerca del Hospital San Juan de Dios (y en otro rubro) estaba el “Rugendas”, una célebre Casa de Tolerancia que funcionaba a la antigua en plena dictadura; con vestidos largos y “poncheras” de verdad. Suponemos que su denominación, por alguna razón que desconocemos, rinde sincero homenaje al no menos célebre pintor alemán Juan Mauricio Rugendas, avecindado en Chile entre 1834 y 1842. Por otra parte, y como broche de oro, agreguemos que, en el Barrio Sur de nuestra ciudad, funcionaba en los años 60 y 70 un legendario clandestino (uno de tantos) de expendio de bebidas conocido como “La Casa de la Cultura”. Entre las justificaciones del nombre, algunos recuerdan que era frecuentado por ciertos connotados intelectuales de nuestra ciudad y por los ahora “viejos cracks” de la cancha del Parque María Behety (el deporte es cultura). Por razones obvias, no entraremos en mayores detalles respecto de cual era su ubicación exacta, ni del tipo de bebidas que se ofrecía a la clientela (se vendían bebidas y punto, no más preguntas, todos sabemos lo que le pasó al gato con eso de la curiosidad). 

Bueno, yendo directo a la piscina, señalaremos desde ya que este trabajo del Poeta Cristian Formoso es un libro experimental (y alguna razón habrá tenido el poeta magallánico para invocar a Whitman). Por ahora recurriremos a Borges, quien en su prólogo a “Hojas de Hierba” señala que en 1855 se publicaron en Estados Unidos dos libros; uno de ellos fue “Hiawatha” del poeta Henry Longfellow (sí, el mismo que inspira directamente la “Serenata de Longfellow” de Neil Diamond). El otro es precisamente “Hojas de Hierba”. “Hiawatha” y su autor fueron ampliamente reconocidos en ese tiempo, para luego caer en un virtual olvido. A la inversa, Whitman y su libro han trascendido por más de un siglo, aun cuando pasaron casi inadvertidos en su momento.       

Continuará…

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