Con 67 años de historia, cerró sus puertas en forma definitiva la Lavandería Monterrey
- “No fue una decisión fácil de tomar”, reconoció el hijo del propietario, quien heredó el negocio al fallecer su padre y fundador de la empresa, el año 2013.
Según dichos de la propia clientela, Monterrey era la única empresa de lavado en seco que estaba quedando en Punta Arenas. Hasta ayer, que después de 67 años de funcionamiento en calle Mejicana Nº621, cerró sus puertas para siempre.
Ayer en la mañana abrió en el horario de costumbre, pero al mediodía el ambiente fue distinto. Llegó mucha gente, la mayoría fieles clientes, que quisieron estar presente en el último día. La nostalgia, recuerdos, anécdotas, como algunas que contó el comunicador Patricio Mladinic, como el tradicional cierre de las puertas al mediodía: “ni un minuto más ni un minuto menos”. Los que pasaban a esa hora sabían que eran las doce.
El dueño y fundador de la Lavandería, Eleodoro Miranda Miranda, fallecido a los 91 años, dejó este legado a su hijo, Mauricio Miranda Vukovic, quien una década después se vio en la necesidad de ponerle candado al tradicional establecimiento.
Con posteridad a la pandemia se quedó solo con dos personas. “No estábamos dando abasto y era una sobrecarga de trabajo muy grande para ellos. Primero íbamos a cerrar en diciembre, luego dijimos abril, pero vino la ocasión de arrendar el local y ahora llega acá una distribuidora”, señaló Mauricio.
No imaginó nunca recibir tantas muestras de cariño y afecto de la gente. El local se hizo realmente estrecho para contenerlos al interior donde se realizó una sencilla ceremonia. Ocasión en que Mauricio entregó galvanos y palabras de agradecimiento al equipo que por décadas acompañó a su padre en la bonanza del negocio, como Luis Aguila, Ernesto Vargas, Cecilia Maimai, Alejandro Flores y Sandra Soto. “Ustedes fueron el corazón y el pilar de la lavandería”, les dijo.
“No fue una decisión fácil de tomar”, reconoció Miranda, quien heredó el negocio al fallecer su padre y fundador de la empresa, el año 2013.
“Es impresionante la cantidad de gente que vino, sobre todo a testimoniar el cariño a mi padre”.
Lavandería
Haciendo un poco de historia, el hijo recordó que su padre era esquilador y luego fue tasador en la estancia Sara. Para ejercer estas funciones lo enviaron a capacitarse a Buenos Aires. En uno de los viajes vio una lavandería que funcionaba en un subterráneo. Le gustó la idea de poner un negocio similar en Punta Arenas, vanguardista, y gestionó la compra de las máquinas en Dinamarca.
“El viaje hasta Talcahuano demoró 9 meses, más otros dos meses para arribar a Punta Arenas. De ahí mi padre se tiró a la piscina y apareció con la primera industria textil de Magallanes, porque así se registró”, rememoró Mauricio.
Legendarios
“Para mí esta fue siempre una casa de familia, mis hijos se criaron acá”, recordó una de las trabajadoras legendarias, Cecilia Maimai Alvarez, con 45 años de servicio en la lavandería.
Ella estuvo al lado de sus jefes cuando fallecieron, y los recuerda con mucho cariño.
“Creo que la gente va a extrañar mucho la lavandería, porque después de Limpec sólo quedó Monterrey”.
Con 61 años en Monterrey, Ernesto Vargas Mancilla es otro de los emblemáticos trabajadores quien tuvo sentimientos encontrados, porque justo el día en que cierra el local donde conoció a su mujer, Estrella Díaz Ampuero, está cumpliendo 50 años de matrimonio.
“Un ciclo cumplido, aunque yo estaba con ganas de seguir trabajando, pero me dijeron hasta acá nomás llegamos”, manifestó a sus actuales 77 años de edad.
Una lavandería que nació
de una sociedad con José Marín
En septiembre de 2013, a la edad de 91 años, dejó de existir el dueño de la lavandería Monterrey, el magallánico Eleodoro Miranda Miranda, empresario de dilatada trayectoria, el cual estuvo muchos años vinculado a la compañía ganadera Tierra del Fuego.
En esa ocasión, hace diez años, La Prensa Austral publicó un artículo donde entrevistó al gerente general de Ganadera Marín y Ganadera Cañadón Grande, José Marín Antonín, quien fue una persona que compartió cercanamente con Miranda.
Lo admiraba por su faceta emprendedora y recordó la cercanía de su padre, José Marín Vicuña, con Miranda, quienes se criaron y fueron juntos al colegio. “Después iniciaron una actividad económica, la Lavandería Monterrey en los años ’60. Mi papá era socio minoritario, del 25 por ciento, y estuvieron juntos hasta los años 80 cuando mi papá decide dejar la sociedad”.
Siendo muy joven, Miranda viajó a estudiar clasificación de lanas a Buenos Aires, y para la ganadera Tierra del Fuego estuvo en Río Grande en la parte comercial. Destacó que fue uno de los primeros en poner una pequeña industria en Magallanes, una planta lavadora en seco, “no era menor para los años 60”. Existió otra lavandería, Winnipeg, que era muy básica, pero ésta ya era con maquinaria traída de importación desde Dinamarca y que todavía está andando.
Además de los recuerdos y afectos que atesora de niño, como cuando lo mandaba a lavarle y encerarle sus autos. “Era todo un personaje dentro de la actividad económica de Magallanes, de los primeros empresarios antiguos que inició un rubro casi desconocido para ellos. Generó mucha mano de obra y era muy querido por su gente”.
Aparte que en el aspecto comercial les enseñó mucho, por la forma en que encaraba los negocios, cómo se manejaba y lo emprendedor que era, siempre generando nuevas iniciativas, y hasta el final con la cabeza muy clarita”, mencionó en aquella entrevista Marín, fallecido en 2020.