Urge explicación y disculpa
Un hecho vergonzoso para el deporte regional se vivió el fin de semana recién pasado en el gimnasio del Club Deportivo Español, durante el desarrollo de las semifinales de la Liga Patagónica de Básquetbol en sus series menores.
En el rectángulo del recinto deportivo jugaban las jovencitas de los clubes Inacap de Punta Arenas y San Miguel de Río Gallegos. Ambos quintetos buscaban su paso a la final del certamen organizado por la Asociación de Básquetbol de Punta Arenas.
Corría parte del segundo tiempo del cotejo, cuando el match se vio interrumpido por el intempestivo ingreso a la cancha de una persona adulta que, sin inmutarse y muy empoderado, procedió instalar un arco de baby fútbol en un extremo del campo de juego, ante el estupor del público y jugadoras que no lograban entender qué era lo que estaba ocurriendo. ¿Y qué fue lo que ocurrió? Pues que el invasor hizo valer su derecho de tener arrendado el gimnasio de tal hora a tal hora para entrenar a niños de su escuela de baby fútbol, y que el plazo de tiempo del lance cesteril ya se había cumplido, por lo que no era su problema si la contienda deportiva aún no había terminado.
¿Cuál fue el desenlace de tan bochornoso episodio -sin precedentes en su tipo que se tenga memoria en un partido oficial de series cadetes-? Que las jovencitas debieron abandonar el gimnasio, embarcarse en un bus y trasladarse al gimnasio de la Confederación Deportiva a disputar el resto de los minutos que faltaba para el final.
Cabe señalar que al publico se le cobró entrada, cuyo valor era de mil pesos por persona. Y consignar también que el torneo contó con financiamiento del gobierno regional.
¿Habrá explicación? O, como dijo el poeta, “tras la paletada, nadie dijo nada…”.