La salida de Jackson (I)
Giorgio Jackson renunció. La derecha debe estar exultante, pues esta dimisión pedida a gritos es el mayor daño que ha provocado a la actual administración, tras el abrumador triunfo del Rechazo en el pasado plebiscito constitucional y el traspié en la Cámara de Diputados del primer proyecto de reforma tributaria.
Quizás, inconscientemente, presionar por la salida de uno de los ministros emblemáticos de este gobierno era entendido como tener el poder de afectar en forma profunda a esta coalición y pasar un mensaje subliminal al propio Boric, a un mes de conmemorarse el golpe militar de 1973.
Jackson es más que un personero que ocupó dos secretarías de Estado. Es, junto al propio Presidente Boric y la actual ministra Vallejo, uno de los padres fundadores del Frente Amplio y no se puede olvidar que, en su momento, muchos pensaron que de la citada triada de jóvenes políticos, el que estuvo más perfilado para ser el candidato presidencial fue él. Para muchos, el magallánico terminó en la Presidencia sólo por mera casualidad.
La salida de Jackson tiene, además, no sólo ribetes políticos, sino sentimentales, pues aparece como una fuerte estocada al corazón: se derrotó a un amigo del Mandatario, en un gobierno que sí ha sabido usar los lazos amicales para estructurarse en todo el país.
No es el fin de Jackson ni éste desaparecerá de la escena política. Seguramente, será “reciclado” y aparecerá de asesor en el segundo piso de La Moneda o, simplemente, asesor en la sombra.
Como en otros cambios ministeriales y también de delegados presidenciales en el resto del país, la salida del líder de Revolución Democrática llegó tarde. Se trató de una larga novela, de ésas que se van estirando, y que cada día sólo imprimía, gota a gota, un daño a la imagen del gobierno.
Lo insólito es que Jackson no se fue asumiendo su responsabilidad política en todo el escándalo desatado a raíz del Caso Convenios, incluido el robo de una caja fuerte en su propio Ministerio. Se observa claramente que aquí están en juego varias aristas, como son la responsabilidad jurídica, la responsabilidad administrativa y, por cierto, la mentada responsabilidad política. Pese a ello, se ha presentado su dimisión como una moneda de cambio, como un sacrificio para que la oposición se allane a colaborar y aprobar las reformas que quiere impulsar el Ejecutivo relacionadas con la reforma previsional y el pacto fiscal.
Sin embargo, no está claro que la derecha quedará tranquila, al menos al punto de colaborar con esta administración para que saque adelante su programa de gobierno.