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El legado humanitario de piloto Pardo

Por Alfredo Soto Martes 5 de Septiembre del 2023

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Prof. Alfredo Soto Ortega
Gaia Antártica Umag

Nuestros mares australes siempre han entregado maravillosos relatos de historias de grandes aventureros, navegantes y exploradores que se atrevieron a surcar las aguas más tormentosas del planeta. Los magallánicos estamos acostumbrados a este tipo de acontecimientos, que en cierta medida forjaron muchos de los caracteres y matices actuales para quienes viven, se crían y mueren en estas lejanas tierras australes. Lo que quiero destacar esta vez, es que muchos de estos mismos hechos históricos, quedan en eso, sin profundizar, que sus protagonistas, o detrás del navegante, explorador y aventurero existe una persona, con miedos y cuantiosas virtudes que muchas veces no relucen, esto en cuanto, al protagonismo que le pueda haber dado el “acontecimiento”, que sí, obviamente se destacan con todas sus letras.

Es el caso que me convoca a la histórica, arriesgada e increíble hazaña cumplida por la escampavía Yelcho de la Armada de Chile. La dirigía el piloto 2º Luis Alberto Pardo Villalón y su tripulación voluntaria que aferrada al valor que le daban a su comandante, el día 30 de agosto de 1916, al rescatar desde la isla Elefante, en el territorio chileno antártico, a los 22 náufragos del velero inglés Endurance. Todos pertenecientes a la Expedición Imperial Transantártica al mando de Ernest Shackleton, fue una noticia ampliamente difundida por las agencias periodísticas mundiales de esos años y que en parte opacó temporalmente las noticias del cruento desarrollo de la Primera Guerra Mundial.

Se me ha ocurrido detenerme un momento ante esta historia, belleza del relato marinero que ya cumple 107 años, en el mismo momento del rescate en la isla Elefante. Y comienzo a descubrir que su comandante y líder de esta gesta de salvataje, contenía en sus informes oficiales de una rígida bitácora marina, en donde se plasmaban los acontecimientos diarios de la navegación de la Yelcho, que detrás de ese gran marinero, había un hombre noble, con una férrea personalidad en cuanto a conservar principios de su propia crianza y formación, tanto de su hogar como de aquel colegio salesiano que lo formó en sus primeras letras y números. He aquí el hombre que dirigiendo no sólo una embarcación que apenas contaba con algunos elementos que le dieran el respaldo técnico absoluto de cumplir con su misión, denotaba que en este caso, lo que sí estaba en su punto era la valentía, el valor patriótico de pertenecer a un país y a una institución que históricamente nunca ha retrocedido, ante los panoramas más adversos, en que con amor y toda la comprensión del mundo, buscó en su familia el apoyo a una actividad, en que a pesar de ir a buscar la vida de los demás hombres, en condiciones de náufragos, ponía en riesgo no sólo la vida propia, sino, también de quienes valientemente le seguían con el mismo fervor y convicción, de que con una mente controlada y fría como los mismos hielos que surcarían cercanos a la Antártica, el motor de esta nave, debía ser un corazón virtuoso y humanitario como recalca en su famosa carta, casi de despedida ante su padre.

Hoy en día esa valiosa actitud, el espeluznante relato de las condiciones de navegación, el estoico carácter por hacer las cosas bien, de manera disciplinada, y con los fundamentos propios de principios y valores, que cuando las acciones son humanitarias, no buscan más recompensas que aquellas que perduran en el tiempo y no aquellos metales monetarios y billetes que el tiempo hace mella de ellos hasta desaparecer. Esta figura humanitaria del piloto Pardo, está en proceso de “rescate”. ¿Dónde colocaremos el depósito a plazo de esta fortuna valórica?, simple respuesta pero compleja gestión, queremos universalizarla en los colegios y liceos en nuestros niños y jóvenes, profesores que conduzcan la Yelcho de la vida en la enseñanza, que a veces también sin herramientas, sin los apoyos necesarios, pero sí con la alegría de enseñar y la convicción de que las buenas obras deben estar en un sitial del conocimiento y del aprendizaje.

Desde esta tribuna los agradecimientos y felicitaciones para quienes han escuchado esta historia y la han entendido y la han llevado a sus aulas, pero por sobre todo se les inunde el corazón de orgullo y que sea una historia para el aprendizaje valórico de nuestras futuras generaciones. De ahora en adelante no hay que perder el cabo del anclaje, los designios de esta navegación están apoyados en una amplia marea de expectativas por aprender a ser hombres y mujeres, virtuosos, dignos y humanitarios, de tender la mano de ayuda, para aferrar con la otra el orgullo de saberse que ha cumplido con sus principios y doctrinas de vida.

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