50 años del 11 de septiembre de 1973 ¿Una pérdida de tiempo?
Son 50 años desde el golpe de Estado y del inicio de la dictadura civil y militar más dolorosa de la historia chilena. Hay una gran deuda con la justicia y la reparación, como también mucho que aprender para fortalecer nuestra democracia mirando al futuro. Sin embargo, en estos días se han hecho recurrentes las críticas. Se dice que ya ha pasado mucho tiempo, que son más relevantes los problemas de hoy. Incluso, que se está usando como excusa para no enfrentar las, sin duda urgentes, preocupaciones actuales. Las recientes encuestas constatan esta realidad, algunas de ellas muestran que el 56,5% de las personas sostienen estar nada o poco interesado en rememorar esta fecha.
Es probable que existan muchas razones detrás de este desinterés. Hubo un cambio generacional evidente, y gran parte de los chilenos y chilenas no habíamos nacido en el año 1973. Hoy, además, vivimos en un mundo con mayor inmediatez, donde importa más lo que está ocurriendo ahora. También, han avanzado posturas políticas que justifican el golpe de Estado y prefieren que no hablemos de sus horrores.
¿Qué nos motiva a conmemorar entonces? La justicia pendiente, cuidar la democracia y las generaciones futuras. Y voy a ejemplificar. En Chile, de las 1.496 víctimas de desaparición forzada, sólo se han hallado 307. Esa deuda de justicia, tan dolorosa e inhumana, hay que repararla. Si el Estado los hizo desaparecer, es hoy el Estado quien tiene el deber de agotar el esfuerzo por encontrarlos para que sus familias puedan celebrar el rito sagrado del entierro, en paz. Ese es el espíritu del Plan Nacional de Búsqueda que se ha lanzado en estos días.
Pero además, se conmemora para fortalecer la democracia. Porque desde niños y niñas aprendemos de la experiencia. Así mismo ocurre con los pueblos y su historia. Si hicimos algo mal, lo conversamos, vemos en qué nos equivocamos, para así no repetirlo y mejorar. En 1973 se quebró la democracia; a través de la violencia se puso fin a un gobierno electo democráticamente conforme a la Constitución vigente. La dictadura que le siguió nos dividió y violó sistemáticamente los derechos humanos. Eso no queremos que se repita jamás.
Hoy sabemos que el golpe era evitable, que la democracia es capaz de encontrar soluciones ante crisis políticas o momentos complejos. Plebiscitos, acusaciones constitucionales, reformas, cambios de gabinetes y acuerdos son algunos mecanismos que hacen que la democracia sea el mejor sistema de gobierno que la humanidad ha inventado. Romper una democracia nunca es justificable, y esa enseñanza nos la deja la historia chilena de hace 50 años. Ese es el espíritu detrás del compromiso “Por la democracia, siempre” que han firmado los presidentes en esta conmemoración.
Finalmente, se rememora por el futuro, por las generaciones que vienen. Porque el mejor regalo que le podemos hacer a nuestros hijos y nietas es una democracia fuerte. Dejarles una sociedad donde puedan pensar y soñar libremente, y en la que sus legítimas diferencias sobre cómo trazar su destino común, se resuelvan a través del diálogo y respeto mutuo. Una sociedad en la que, al mirarse a los ojos, se reconozcan mutuamente como personas dignas.
Nada más, y nada menos.