“Sonido de libertad”
La película “Sonido de libertad” llega a las salas de cine de Punta Arenas y Natales convertida ya en un éxito de taquilla, porque ha multiplicado con creces los costos de su producción, su difusión ha sido ejemplo de buen marketing y, además, aborda un tema que nunca deja indiferente a nadie como es el tráfico sexual de niños en el mundo.
El eslogan que acompaña su afiche es “Los niños de Dios no están a la venta” una frase que el protagonista pronuncia a casi la mitad de la película, pero además indica algo que no es menor, se trata de una película, en primer lugar, para creyentes, pero donde todos están invitados, también los que no lo son y los que no lo son tanto, porque de todo hay en la villa del Señor.
Es el relato de Tim Ballard, agente de la oficina de Seguridad Nacional de Estados Unidos, quién se dedica con esmero y éxito a atrapar pedófilos, hasta que un colega traumado por la situación le enrostra que una cosa es atrapar villanos y otras es encontrar a las víctimas. Por eso Tim Ballard decide ir más allá, involucrarse en el mundo infernal y apocalíptico de las redes del tráfico, ser un agente encubierto, fingir ser empresario pedófilo y atrapar no a uno, sino a varios, pero sobre todo rescatar a 50, 60, 100 niños, todo lo que se pueda, porque una voz le dice que eso es lo que debe hacer y también su mujer que lo apoya cien por ciento y que no le importa sus ausencias en la casa porque sabe que no anda en otra cosa que no sea su trabajo.
Tim Ballard es una especie de mesías del rescate de niños de las garras de la pedofilia, lo dice la obsesión por su misión, su numerosa familia y también su rostro, que no podía ser mejor, porque el elegido es el actor Jim Caviezel, quién alguna vez fue el Jesús torturado y ensangrentado de “La pasión de Cristo”, la película dirigida por Mel Gibson y quién ahora aparece en títulos como productor ejecutivo.
Entre medio de la trama policial, está el drama social y, terriblemente, lo mejor de la película que es la historia de dos hermanos hondureños, Rocío y Miguel, menores de edad embaucados, secuestrados y llevados a otras tierras donde no es el cielo ni sueño prometido, sino el infierno mismo y donde hay de todo, empresarios, reinas de belleza, abogados y guerrilleros. Para una producción gringa esa tierra tiene nombre, puede ser Colombia, Honduras, también México, pero para no complicarse tanto, es Latinoamérica.
“Sonido de libertad” juega con los códigos de todos los géneros, drama, melodrama, thriller, acción policial y en algunos lo hace mejor que en otros, sin tanta preocupación por lo artístico ni densidad en la trama, sino más por la adrenalina y porque su intención es transmitir un mensaje.
Costó 16 millones de dólares y ya lleva más de 160 millones recaudados y las cifras suman y siguen. Desde un punto de vista religioso, eso equivale a un milagro como el de Jesús cuando multiplicó los panes.