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¿Se puede prevenir el cáncer?

Por Ramón Lobos Vásquez Miércoles 13 de Septiembre del 2023

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En los últimos años en mi ejercicio laboral he estado más cercano a los pacientes y familias que padecen cáncer, especialmente en aquellos que evolucionan en etapas avanzadas de la enfermedad.  Ha sido un aprendizaje en el acompañamiento en un momento difícil y complejo en sus vidas.

Algunos de ellos han formulado la pregunta del porqué les ocurrió a ellos. ¿Qué hicieron o dejaron de hacer para que esta enfermedad se manifestara en ellos?  Pregunta compleja y muy difícil de responder, ya que la ciencia médica ha avanzado en esta enfermedad, pero poco en conocer los mecanismos íntimos que llevan a que algunos desarrollen cáncer y otros con la misma carga genética o herencia familiar, o con factores de riesgo no la desarrollan. 

Al mismo tiempo las familias se preguntan ¿Qué puedo hacer yo en esta línea? ¿Puedo hacer algo para cambiar mi destino? O ¿ya no hay nada más que esperar que aparezca y se desarrolle?

En primer lugar el cáncer es una sola enfermedad, pero la forma cómo se manifiesta en cada órgano u organismo es distinta y diferenciada. 

Hay factores hereditarios que hacen que algunos individuos tengan más posibilidades de desarrollarlo. Por ello, es importante conocer la historia oncológica de mi familia y consultar al equipo de salud que nos controla si es necesario o pertinente una conserjería genética, para conocer la eventual carga de enfermedad que presento. Para con ello tomar decisiones de cuidado y protección individuales y personales.   

Otra forma de intervención tiene que ver con los estilos de vida y hábitos en nuestra historia vital. Allí hay toda una línea de prevención del desarrollo de esta enfermedad. El más conocido y documentado es el hábito tabáquico, el que debemos detener lo antes posible. Pero también implica una dieta equilibrada o rica en fibras como prevención del cáncer de colon que en nuestra región es más común, justamente por décadas de dietas pobres en fibras en nuestra población.

Por ello los controles de salud, los controles en personas aparentemente sanas, significan necesariamente revisar nuestras conductas y definir qué debemos cambiar, modificar o favorecer para mantenernos sanos por más tiempo. Allí los hábitos alimentarios, el ejercicio y estilos de vida saludable son fundamentales, así como también es necesario en estos controles algunos exámenes o autoexámenes que tenemos que desarrollar. Bien lo saben las mujeres con el autoexamen de mama, la toma regular del Pap, mamografía, algunos planes de vacunación preventivo y una serie de acciones que nos permitirán en este examen preventivo  orientarnos en qué debemos hacer.

Pero también es muy importante, aun cuando se hayan realizado estas acciones preventivas, consultar precozmente con la aparición de algunos síntomas; que muchas veces se tiende a minimizar. Esto porque es fundamental e importantísimo en el cáncer iniciar las medidas terapéuticas lo más precozmente. Hay síntomas que son señales de alarma a tener en cuenta y que se deben priorizar en su  búsqueda diagnóstica y tratamiento.

Por ejemplo la pérdida de peso sin una causa aparente o deseada es un síntoma que debe tenerse siempre como alerta para nosotros o nuestra familia. Si perdemos en un periodo de un par de meses más de 5 kilos son suficiente para buscar la causa o implicancias de esta baja de peso.

También el cansancio o fatiga que se define como un cansancio que no se alivia con el descanso, sino que persiste aún con el reposo es una señal de alerta y preocupación.

Los cambios en los hábitos intestinales, ya sea por mayor frecuencia o una menor frecuencia son señales a tener en cuenta y que obligan a consultar a un profesional. También el cambio en el hábito miccional, ya sea por frecuencia o intensidad nos deben preocupar.

Un sangramiento inusual por la vía que sea es preocupante.  Al toser, al orinar o defecar nos llevarán a consultar oportunamente.

Así como los cambios en la voz o ronquera persistente, son señales de preocupación.  Al igual si aparecen tumoraciones en algunos lugares de nuestro organismo o cambios en la piel, heridas o lesiones de difícil regeneración o que tiendan al sangramiento nos deben llevar a consultar precozmente.

De la mano del equipo de salud que nos atiende y conoce nuestra historia en salud, se pueden ir estableciendo cuáles son las reales señales de alerta para llegar precozmente a evidenciar potenciales enfermedades. No es caer en conductas hipocondríacas sino por el contrario conocer nuestro funcionamiento habitual que nos permita evidenciar las situaciones que escapan a la normalidad.

No hay que tener miedo a una pregunta o consulta por algo que nos preocupa. Es mejor consultar de más a dejar avanzar síntomas que más tarde pueden significar cambios en nuestra sobrevida o calidad de vida que tengamos.

Queremos vivir más y disfrutar más la vida.  Pero eso significa una conducta activa y preventiva en nuestra salud. Aún para enfermedades tan complejas y mortificantes como las oncológicas. Un diagnóstico oportuno es esencial para asegurar esta mejor calidad de vida.  Conocernos y consultar oportunamente son clave en esto. Un camino que debemos transitar con nuestros equipos de salud y familia para tener siempre una mejor calidad de vida.

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