Crisis del canal Beagle en Tierra del Fuego: el plan de operaciones argentino (IV Parte)
Por Juan José Tortel
y Carlos Burnes
En el enfoque estratégico argentino, la isla Grande de Tierra del Fuego estaba comprendida en el Teatro de Operaciones “Sur” (Patagonia), al mando del general José Antonio Vaquero, quien era el comandante del Quinto Cuerpo del Ejército argentino. El estado mayor, desde Bahía Blanca, tenía a su cargo todo el territorio y las fuerzas argentinas desplegadas al sur del Río Colorado.
La Armada argentina, responsable de las operaciones navales en el área insular y oceánica en el Atlántico sur, “…había colocado en la isla grande de Tierra del Fuego más de 15.000 hombres, con los tres componentes (naval, terrestre y aeronaval), con equipamiento completo, artillería de apoyo y logística operativa, listos a cumplir sus planes de batalla en defensa de nuestro territorio soberano”.
En Tierra del Fuego, los planes argentinos incluían dos maniobras ofensivas, una terrestre para conquistar el territorio de la isla desde el lago Fagnano hacia el norte y otra helitransportada, al sur del lago Fagnano, para conquistar las islas al este del meridiano del cabo de Hornos (Wollaston).
El libro del capitán de fragata (r) argentino Alberto Gianola, ya mencionado, describe detalladamente el Plan de Operaciones argentino en la isla. Los antecedentes de este plan demuestran que las informaciones obtenidas por nuestra inteligencia eran bastante precisas y confirman la real magnitud del problema al que nos enfrentábamos, con medios muy exiguos, pero con mucho corazón y un alto espíritu de combate. Este mismo documento deja muy de manifiesto las gravísimas deficiencias de la inteligencia argentina. Gianola indica: “A su frente (de la Brim N°1 argentina) se apreciaba el despliegue de una compañía reforzada del poderoso Regimiento de Infantería 10 Pudeto del Ejército de Chile, en el sector norte, y otra del renombrado Destacamento de Infantería de Marina Cochrane, en el flanco sur, a orillas de bahía Inútil”, lo cual ratifica en otro capítulo posterior del mismo libro. A decir verdad, ni el Regimiento Pudeto ni el Destacamento IM Cochrane tuvieron nunca fuerzas estacionadas en Tierra del Fuego. En la zona de Manantiales estuvo siempre el Regimiento Chacabuco, inicialmente con una compañía de fusileros y posteriormente con un batallón de infantería completo. Las fuerzas que los argentinos identificaran como una unidad del Cochrane, a orillas de la bahía Inútil, probablemente fue la Compañía del Regimiento Caupolicán, cuando estuvo desplegada en Onaissin.
En el centro de la isla, con cabecera en la ciudad de Río Grande, los argentinos desplegaron casi la totalidad de los medios de la Brigada de Infantería de Marina (BRIM N°1), reforzada con los BIMs 5, 6 y 7 (creadas para esta ocasión), con un total de seis Batallones de Infantería de Marina; artillería de campaña y de defensa antiaérea; ingenieros anfibios; comandos anfibios para las acciones en la profundidad; medios de mando y control y logísticos. Según Gianola “contaba con más de 12 000 hombres”.
La BRIM N°1, como ya dijimos, coordinaba su maniobra con la del V Cuerpo de Ejército argentino. Como parte del Esfuerzo Estratégico Operacional Secundario (EEOS), debía presionar desde el sur del estrecho de Magallanes y apoyar el esfuerzo principal del V Cuerpo del Ejército en el continente con un asalto anfibio a través del estrecho de Magallanes.
En la zona sur del lago Fagnano, la Fuerza de Infantería de Marina Austral N°1 (FAI 1) fue desmembrada. El BIM 5, como ya se dijo, fue agregado a la BRIM N°1 en posiciones cercanas a su acantonamiento habitual en Río Grande. Su segundo elemento, el BIM 4, permaneció bajo su dependencia para ser empleado en la operación helitransportada hacia las islas Wollaston.
El inicio de las hostilidades
Los argentinos evitarían en un primer momento un asalto directo sobre Picton, Nueva y Lennox, fuertemente defendidas por la Infantería de Marina chilena, esperando un resultado positivo tanto en la batalla naval como en el frente del V Cuerpo de Ejército argentino. Los cosacos no iban a ser los primeros en enfrentar a los argentinos, como se suponía… íbamos a ser nosotros.
El Grupo Aeronaval Insular (GAI) -la aviación naval no embarcada- de la Base Aeronaval de Río Grande actuaba en apoyo de ambas maniobras con sus medios desplegados en aeródromos de campaña. Contaba con la 1ª Escuadrilla Aeronaval de Ataque con Aeromacchi 326 GB; la 2ª Escuadrilla Aeronaval de Ataque con North American T-28; aviones de instrucción artillados Mentor, más helicópteros de ataque Alouette III y de transporte Sea King.
El entonces capitán Fernando Silva, señala en su libro “1978. En el Ojo del Huracán: Isla Grande de Tierra del Fuego”, que “las fuentes argentinas no indican la hora “H” de la ofensiva de la BRIM 1. Si consideramos que ésta coordinaba su accionar con el V Cuerpo de Ejército, es lógico suponer que ambas ofensivas eran coincidentes, es decir, a partir de la hora H, esto es las 24 del día 22, que es lo mismo que decir las 00:00 del 23 de diciembre”.
La fuerza chilena que defendía la Primera Angostura, al norte de la isla, se enfrentaría al enemigo en una proporción de uno a uno, lo que le otorgaba grandes opciones de éxito. La agrupación que defendía el sector de Pampa Guanaco, por otra parte, tenía una fuerza equivalente a la de Tres Arroyos y enfrentaba a dos batallones Imara, pero, a diferencia de nosotros, su área de responsabilidad era boscosa y precordillerana, lo cual favorecía mucho más su operación defensiva. La Agrupación Tres Arroyos, en San Sebastián, se veía como la parte más débil del dispositivo chileno al ocupar un extenso terreno plano y sin obstáculos para defenderlo, con tan sólo alrededor de 300 hombres, del ataque del probable esfuerzo principal argentino, el cual se calculaba en tres batallones de la Imara con sus correspondientes apoyos de fuego y técnicos. Eso, desde el punto de vista del cómputo de “fuerzas”, por supuesto; pero para hacer un cómputo de “potenciales” real, había que sumar a la fuerza chilena el altísimo espíritu de combate y la decisión de mi tropa de no ceder ni un solo centímetro de pampa al agresor.
Perspectivas a
45 años
Fernando Silva, capitán en la época del conflicto y comandante de la Agrupación “Tres Arroyos”, señala “podrían habernos aniquilado, sin duda, pero no nos iban a derrotar, sólo nos iban a matar a todos y el costo les habría salido altísimo, como a Pirro de Epiro. Aparte de algunos cabos o sargentos, ninguno de los que allí estábamos 2 soldados o carabineros” éramos fueguinos, pero Tierra del Fuego es parte de nuestra Patria y la íbamos a defender hasta las últimas consecuencias”.