“Blanquita”
Chile, 2022
Director: Francisco Guzzoni
Protagonistas: Laura López, Alejandro Goic, Amparo Noguera
En Netflix
Cuando esta película chilena llegó a una sala de cine de Punta Arenas en el mes de mayo, ya venía con “jinetas” de haber obtenido el premio a Mejor Guión en la sección “Horizontes” del 79º Festival de Venecia y haber sido ser seleccionada para representar a Chile en el Oscar de este año perdiendo dicha nominación con la cinta argentina “1985”. Sin embargo, ninguno de estos méritos ayudó a revertir que “penaran las ánimas” al momento de su exhibición.
“Blanquita”, la cuarta película de Francisco Guzzoni y que Netflix incorporó recientemente a su catálogo, se inspira en un hecho real acontecido en Chile hace casi dos décadas y que fue conocido como el Caso Spiniak al ser descubierta una red de abuso infantil de un empresario santiaguino y que testimonios posteriores terminaron involucrando falsamente a parlamentarios principalmente de derecha.
Blanca es una joven que ha pasado su vida en un hogar de menores, alguna vez huyó, luego volvió con un hijo, ahora parece estar más tranquila. De pronto estalla un caso de pedofilia, ella dice reconocer a los abusadores. Entre ellos un parlamentario. El padre Manuel, que administra el hogar, le cree y se la juega porque la verdad salga a la luz porque en Chile todos somos iguales, aunque en el camino descubra que unos son más iguales que otros, pero también que al final de la ruta la verdad es algo que se puede manipular.
“Blanquita”, como ya tantas películas del cine chileno, se circunscribe a aquellas cintas dramáticas, que son contadas con cierto aire de amargura, pesimismo y donde apenas cabe un chiste, menos un trozo de emoción. Pero su atmósfera también se ve envuelta por el cine negro, porque la trama a medida que avanza se complica y sobre los personajes, Blanquita y el padre Manuel, hay un poder que los supera, sea el de la clase política, lo judicial o la jerarquía de la Iglesia Católica.
Las actuaciones son notables, sobre todo de Laura López como Blanquita y de Alejandro Goic como el padre Manuel, porque en sus rostros y diálogos hay certeza por la denuncia, pero a la vez ambigüedad para mantenerlas. Caso aparte es la de Carlos, un joven de pasado violento, realmente abusado, con la cicatriz de una quemadura en el rostro y que, quizás sin saberlo, es quien proporciona los datos con los cuales Blanquita va reconstruyendo su falsa historia de abuso sexual.
Pero a la vez también “Blanquita” es una reflexión sobre el cine porque se trata de la historia de una mentira que dentro de otra mentira- que es el cine mismo- intenta revelar una verdad.
Lo dice el padre Manuel a Blanca en un momento cuando ya los testimonios no resisten las evidencias: “La buenas mentiras se arman con verdades. Es una buena manera de decir la verdad. Eso es todo”.