Necrológicas

El estremecedor relato de un pescador que sobrevivió a los roqueríos de isla Wollaston

Domingo 24 de Diciembre del 2023

Compartir esta noticia
1,931
Visitas

El accidente que le cambió la vida a Francisco Roldán Díaz se remonta al 17 de septiembre del presente año, cuando tripulaba la embarcación “Atenas” junto al capitán Mauricio Rogel y un tercer tripulante, finalizando una faena centollera. Por aquel entonces, navegaban por un sector cercano al cabo de Hornos, próximos a la isla Wollaston, desde donde recibieron el reporte de “Puerto cerrado” debido a condiciones climáticas adversas.

Pese a la bravura del mar que se intensificaba a medida que pasaban los minutos, grandes olas y viento extremo, el capitán Rogel le indicó a Roldán Díaz que debía tomar un bote de madera a remo con el que contaban, para aproximarse hasta la isla a dejar tres cajas de mercadería al alcalde de Mar que se encontraba en la orilla de la isla. Este manifestó su negativa frente a la insensatez de la misión, pero el capitán le insistió y no le quedó otra opción que acatar, argumentando que “era parte de su trabajo”.

“Cuando me estoy alejando de esa lancha, fue un tormento para mí. Primera vez que vivía una experiencia así en el océano, en el cabo de Hornos, el mar verlo bravo y yo, en un bote a remos de dos metros, era algo insignificante. La fuerza del mar realmente es algo poderoso. Me subía y me bajaba igual que en las películas. Yo pensaba en llegar a la orilla, pero la playa era de puro roquerío”, relató Roldán Díaz.

En eso, mientras el frío oleaje lo arrastraba cada vez más hacia la costa, vio formarse una inmensa ola. “Estaba como a 100 metros de la orilla y, cuando viene armándose esa ola, lo único que hice fue aferrarme al bote y cerrar los ojos. Cuando revienta la ola, salí volando. Salté hacia los roqueríos volando en el aire. Caí encima y no venía el bote también volando encima mío. Gracias a Dios cayó al revés, por la parte hueca y me pegó en los pies. Pero en la pierna derecha me pegó de canto y no sentí nada más de la cintura para bajo, ahí ya me había fracturado la pierna con los huesos para fuera. Luego veo una segunda ola que viene reventando y esa ola me tira para abajo, al fondo”, rememoró el pescador.

El frío le impregnó los huesos estando bajo el agua, mientras luchaba por volver a la superficie. Al botar su último suspiro de oxígeno, recordó que no quiso tragar agua. Aún mantenía los ojos cerrados, pero luego de ese último suspiro los abrió. “Ahí me di por vencido. Dije: ‘Ya, Señor, quedo en tus manos’. Veo una luz blanca y empiezo a pasar todos los momentos de mi niñez, cuando mi papi estaba vivo. Pasó toda mi vida en unos segundos, cuando estaba bajo el agua. Cuando era guagua, cuando tenía cinco años, estando en los brazos de mis padres, toda mi vida en unos minutos. Y de repente veo que me pescan de la mano y me tiran hacia la superficie. Era el marino”.

El rescate

Era el Alcalde de Mar de la isla Wollaston, Rodolfo Peña, que en un acto heroico se lanzó a las aguas tras ver toda la secuencia de sucesos. “Gracias a Dios que el marino me pescó la mano y no me pescó una tumba marina. Las olas luego nos pescaron a los dos y nos arrojó contra roqueríos. Él todo mojado también, y él me salvó”.

Con todos sus esfuerzos, lograron llegar a una planicie donde Peña lo ayudó sacándole la ropa mojada y sus botas de agua. “Me sacó la bota y el marino lo veo como que se ponía a llorar así, yo miro mis piernas y por primera vez que veo una pierna colgando con todos los huesos pa’fuera. Es algo psicológico que no se lo deseo a nadie. Y aparte el frío, me estaban dando tercianas, quería abrigarme. Ahí estuvimos un buen rato, porque el marino no sabía cómo pescarme para subirme hasta la casa de los marinos, de isla Wollaston”, relató.

Comenzó a arreciar la nieve y el frío le estaba provocando principios de hipotermia. Peña decidió subirlo a sus espaldas y llevarlo ‘al apa’ escalón por escalón. “Con cada escalón que subíamos y con mi pierna que colgaba para todos lados, sentía dolores inmensos en esos peldaños para arriba, hasta que llegamos. El marino me decía: ‘No te preocupes, Francisco, mi señora es paramédico, vamos a sacarte toda la ropa, tranquilo, vas a sobrevivir’. Recuerdo que llegamos arriba, me sacaron la ropa, me pusieron estufa, me calentaron con todo. Me trataron de entablillar el pie, me pusieron un paracetamol, aunque en realidad no me hizo nada”, refirió.

En el intertanto, vía radial, comenzaron a solicitar ayuda y rescate para Roldán. Debido a las condiciones climáticas, ni lanchas, ni buques de guerra ni policía marítima podían acercarse a la isla y el helicóptero tampoco podía aterrizar. Cerca de las 19 horas del mismo día, un buque de guerra logró acercarse un poco más y poder disparar un bombazo con medicamentos, suero, jeringas y morfina. Pese a estos insumos, pasó toda la noche con mucho dolor.

El 18 de septiembre, al día siguiente, a las 13,30 horas aterrizó un helicóptero con personal médico, quienes lo sacaron de la isla y lo trasladaron hasta el servicio de urgencia del Hospital de Puerto Williams, donde lo estabilizaron y luego en avión lo trasladaron hasta el Servicio de Urgencia del Hospital Clínico Magallanes y, desde allí, fue ingresado a pabellón.

Querella criminal

Los hechos narrados constituyen parte de una querella criminal presentada con fecha del 22 de diciembre por cuasidelito de lesiones graves en contra de quienes resulten responsables. Fue presentada al Juzgado de Cabo de Hornos y se está a la espera de que el tribunal la declare admisible para que se remita al Ministerio Público y se comience la investigación de esta causa.

Pin It on Pinterest

Pin It on Pinterest