El delirium, una de las batallas de la geriatría
Hoy se conmemora el Día Mundial de la Concientización del Delirium, también conocido como Síndrome Confusional Agudo. Este año se trabajará bajo el lema “Humanizando los cuidados en delirio”. El objetivo de esta jornada anual es poner en relieve la necesidad de cuidar, atender; pero por sobre todo prevenir. Una tarea no sólo para los equipos de salud que atienden a los mayores, sino también para sus familias y amigos que se relacionan diariamente con ellos.
Pero, ¿qué es el delirium? Muchos hemos conocido de familiares o cercanos que ante eventos, como la hospitalización u otros hechos no relacionados con salud, manifiestan de forma aguda un rápido deterioro cognitivo. Se comportan y actúan de forma no habitual lo que es fácilmente perceptible y evidenciable por todo su entorno. Se trata de un trastorno agudo (intenso y de rápida aparición), pero reversible, que afecta la atención y consciencia de las personas. Habitualmente se presenta de forma agitada, ya que hay un trastorno que afecta a todo su entorno, es la condición denominada Hiperactivo; pero también puede presentarse como Hipoactivo, es decir, sin actividad; donde el adulto mayor se “apaga” brusca e intensamente. Igual se puede presentar con alternancia de ambos estados.
Sus síntomas más frecuentes son el inicio brusco con intensidad variable, distinto de la demencia, en que este deterioro es progresivo en el tiempo. Hay falta de atención, con una marcada actividad, en la forma hiperactiva, que es la más frecuente de observar. También podemos observar en algunos mayores una agitación y agresividad que no es la habitual o esperada en su comportamiento. Una alteración del ciclo de vigilia y sueño, con tendencia a estar más despierto o activo en horarios no esperados en su comportamiento habitual. No son infrecuentes las alucinaciones o percepción alterada de la realidad y los cambios en su humor.
El delirium es un cambio brusco, intenso e inhabitual en el comportamiento esperado de ese mayor. Por eso, su entorno más cercano es el primero que percibe este trastorno. Cuando ocurre es fundamental diagnosticarlo y tratarlo no sólo con fármacos sino también con acciones y tareas que permitan un mejor y permanente cuidado de ese mayor.
En los sistemas hospitalarios suele evaluarse -especialmente- en mayores que van a ser sometidos a cirugías o procedimientos programados. Pero también se debe estar atento en el caso de los mayores que cursan por enfermedades agudas, agregadas a las habituales o descompensaciones de sus patologías crónicas. Por lo cual hay tareas en el cuidado de los mayores que deben implementarse en ese nivel.
Lo importante es preparar y formar en el reconocimiento y en la implementación de medidas de prevención y tratamiento a quienes tienen por misión velar y cuidar de los mayores en la comunidad. Esto porque el delirium puede tener graves consecuencias para ellos, ya que aumentan las complicaciones por los eventos de salud que puedan ocurrirles. Se asocia a mayor mortalidad en los que padecen una enfermedad que pudiese estar asociada y también a una mayor frecuencia de demencia o de dependencia en el largo plazo.
Así mismo, hay que estar atento a los síntomas que pudiese presentar cualquier mayor cuando aparece una nueva enfermedad que puede ser banal como un resfrío, hasta una mayor o más compleja. Se debe asegurar el tratamiento más precoz y oportuno de sus patologías. Aliviar adecuadamente el dolor u otros síntomas de sus enfermedades habituales o en situación de agudización de ellas. Para lo cual es necesario siempre mantenerlo controlado y cercano al centro de salud que habitualmente lo atiende.
El delirio es prevenible en nuestros mayores. Por eso es central mantenerlo “estimulado cognitivamente”. Siempre con actividades a realizar, independiente de su estado de salud físico o mental. Mantenerlo muy bien hidratado, especialmente en situaciones de deterioro de salud, hay que ser insistentes en esto. Asegurar su descanso nocturno, que mantengan una adecuada higiene del sueño. Que descansen las horas necesarias para mantenerse activo durante el día. Revisar periódicamente los medicamentos que utiliza, retirar los potencialmente provocadores de delirio y usarlos por los tiempos prescritos y no por auto medicación. Promover el desarrollo de actividad física como mínimo 3 veces por semana, ojalá combinado con otras rutinas que aseguren la ocupación de su tiempo libre. Asegurar el uso de las ayudas técnicas de uso continuo o más permanentes como lentes, audífonos, bastones u otros.
En todo mayor la mejor prevención es mantener y cuidar la autovalencia que tiene. Toda medida de trabajo en esta área significa protección para ese mayor.
Es un tema importante y necesario poner en relieve. Son esenciales la prevención y el trabajo en familia. Eso marca una diferencia y un pronóstico distinto para el mayor afectado por esta patología. Un síndrome del que debemos conversar y socializar no sólo en el día en que se conmemora.