La verdadera llave de la Antártica
Alejandro Kusanovic Glusevic
Senador por Magallanes y
Antártica Chilena
Junto a una alta oficial del Ejército de EE.UU., el Presidente argentino Milei anunció la habilitación de una “base naval integrada” con ese país. Un antiguo anhelo que hoy renace a la luz de la renovada alianza que Argentina pretende con Washington, y que antes exploró con China.
No se trata de una base de carácter militar, para cuya materialización el Presidente Milei requiere de la aprobación del Congreso argentino, donde no cuenta con una mayoría cómoda, sino construir un gran almacén logístico destinado a abastecer las bases antárticas, sean de Argentina, EE.UU. o de cualquier país. De concretarse, Argentina fortalecería sus condiciones materiales como puente logístico antártico y EE.UU. su influencia política en el continente antártico, limitando la que China pretende también ejercer desde el sur argentino. Una permuta compleja.
Este proyecto se alinea con un objetivo estratégico de larga data en Argentina. Desde hace años, promueve una mayor atención sobre Ushuaia y la Antártica, en un intento de monopolizar el tránsito de cruceros turísticos hacia el continente blanco, para lo cual ha mejorado y extendido su muelle en Ushuaia, ha habilitado un aeropuerto internacional de primer nivel y ha puesto sus fichas en esta ciudad austral, cercana a la Antártica, pero sin una “proyección limpia” hacia el continente blanco. En el medio, se interponen las islas australes de Chile, el mar austral y la plataforma continental magallánica.
Sin embargo, Ushuaia se ubica más cerca del continente blanco que nuestra austral Punta Arenas (30 horas de menos navegación), un factor determinante en las decisiones de los operadores turísticos y logísticos, y saca provecho del abandono de nuestro país de Tierra del Fuego y nuestras islas australes. Argentina también pretende habilitar la base antártica “Petrel” con dos pistas de aterrizaje, un terminal de pasajeros y un muelle colindante, para fortalecer el puente aéreo entre Ushuaia y la Antártica. Un negocio en el que Chile conserva liderazgo, pero que podría sucumbir ante la falta de inversiones en el aeródromo “Teniente Marsh” de sistemas de aproximación instrumental y satelital o 3D, alargue de pista y pavimentación con descongelamiento eléctrico, luces de alta intensidad y un terminal de transición, ello a pesar de las alertas que desde hace más de 15 años denuncian las empresas aéreas operadoras chilenas.
De igual forma, la falta de visión de tener en Puerto Williams, incluso en Punta Arenas, una pista de 3.000 metros con descongelamiento eléctrico y aproximación instrumental o de 3D. No hay que perderse, éstas inversiones son la verdadera “llave de la Antártica” y no las proyectadas en Punta Arenas. Más de US$ 80 millones ingresan anualmente a la economía magallánica como resultado del turismo antártico -sólo el 8% del total-, pero, con el anuncio del Presidente Javier Milei y la acción decidida y sin complejos de la política exterior argentina, podrían perderse en el mediano plazo.
De concretarse las bases en Ushuaia y Petrel, Magallanes perderá su posición estratégica como puerta de entrada principal al continente antártico. Es muy lamentable que nuestra Cancillería no sea más hábil y certera en orientar decisiones que debe adoptar el gobierno en una zona tan inquieta para el mundo y que forma parte del país y la región de Magallanes. Ejemplo de este extravío es la filtración de audios hace un año atrás, cuando altos funcionarios de nuestra Cancillería, en grave y abierta transgresión del Tratado de Límites entre Chile y Argentina de 1881 y el Tratado de Paz y Amistad de 1984, negaron el ingreso de un buque inglés proveniente de las islas Malvinas a Punta Arenas, desconociendo la obligación de neutralidad que rige para la navegación en el estrecho de Magallanes. Lo mismo ocurrió con la tardanza injustificada por más de 10 años de Chile hasta que objetó de forma clara la aspiración argentina sobre la plataforma continental magallánica. Ambos casos revelan la escasa cultura jurídica y política con que la diplomacia profesional de nuestro país toma decisiones respecto del territorio de Magallanes a nivel internacional.
Siendo audaz el anuncio del Presidente Milei, éste debe servir a Chile y sus responsables para ordenar nuestras propias prioridades australes y antárticas, definiendo un calendario claro y visionario de inversiones en la región de Magallanes. Para ello, es muy importante evitar agendas mezquinas, y poner atención en que Chile cuenta con una geografía inigualable como un gran actor antártico -es el país más cercano del mundo a la Antártica-, pero sólo servirá si se gestiona con juicio y agudeza, ya que Chile es un país con capacidades y recursos limitados. Es primordial revalorizar a Tierra del Fuego y Puerto Williams como los “nuevos lugares” donde comienza la Antártica chilena, y donde debe concentrarse la política antártica de nuestro país. Concluir el camino que atraviesa Tierra del Fuego hasta el canal Beagle es clave si Chile quiere aprovechar su condición de país antártico, ya que una conectividad fluida, terrestre y más rápida hacia Puerto Williams dotará a esta última ciudad de un impulso antártico decisivo, atraerá inversiones y promoverá a esta ciudad como la capital lógica y natural del mundo hacia la Península Antártica.
Finalmente, resulta asombroso que dos países llamados natural y geográficamente a unirse en torno a un desafío común (la Antártica), deban recurrir a terceros Estados para dar pie a sus propias agendas antárticas, aún influenciadas por resquemores históricos y desconfianzas bilaterales. Con decisiones como el anuncio de una base naval integrada, Argentina gana un poco pero en el largo plazo perderá influencia política sobre este vasto territorio austral.