Imagina la paz
Hace unos días fui a ver al Museo Nobel aquí en Oslo una muestra de Yoko Ono, que a sus 90 todavía sigue trabajando de artista y dando la vuelta al mundo. La muestra era una selección de obras de distintos períodos. Estaba el famoso video de la performance de Yoko y John Lennon en su luna de miel, protestando contra la guerra de Vietnam desde su cama de recién casados. Estaba también el video donde ella, muy joven, deja que diferentes personas de la audiencia le vayan cortando pedazos de su ropa y llevándosela—un acto de confianza y entrega hacia el otro que ha servido de inspiración a muchos después de ella (Marina Abramovich, por nombrar a una). Había obras de arte imaginadas: simples instrucciones escritas en la pared para armar la propia obra en la cabeza. Y una mesa llena de piezas de cerámica rotas, listas para ser reconstruidas.
El tema de fondo de la japonesa ha sido (tanto como lo fue el de su esposo, Lennon) la paz. “Un sueño que sueñas solo es un sueño solamente. Un sueño que sueñas con otros es realidad”, dice la artista. Y la paz es lo que más ha soñado Ono a lo largo de su carrera. La obra que mejor lo expresa en la exposición es “Imagina la paz”, un mapa del mundo de pared a pared, del cual cuelgan timbres con tinta negra con la inscripción “Imagina la paz”. El espectador es invitado a timbrar el lugar del mundo donde estima que se necesita más. El resultado, a más de un mes de comenzada la muestra, es un mapa donde hay áreas tan negras que apenas se distinguen las líneas divisorias entre países. Lo más negro de lo negro son Israel, Ucrania, pero también la frontera entre Estados Unidos y México. Más de un noruego ha estimado que aquí también podría haber más paz, pero el resultado es un gris pálido comparado con las zonas de conflicto. Quizás lo más notorio del mapa de Ono es que la Antártica no figura, aun cuando es el continente más pacífico que existe. “Paz, ciencia y cooperación internacional” fueron, no hay que olvidar, la trilogía de valores impuestos por el Tratado Antártico, de 1959. Y hasta hoy esos valores, aunque no perfectamente, se han respetado.
¿Es la Antártica el continente más pacífico porque en él no hay humanos? ¿Porque aún no hace sentido económico pelearse por ella? ¿Porque ha sido el único lugar donde un grupo de países han decidido no hacer las cosas como en todo el resto del mundo? Me gustaría pensar que la razón principal es la última. Si Yoko Ono omitió el 10 por ciento de la superficie terrestre de su mapa mundial, no quiero creer que haya sido un simple error. Prefiero pensar que no está porque la hemos declarado más allá de los conflictos, y nos hemos comprometido a que lo siga siendo. El próximo paso para lograr el sueño de Ono, entonces, es antartiquizar nuestro planeta, para que la paz que hay en ella se expanda al resto, así como también sus principios: no posesión, no explotación, cooperación. Si lo sueño sola, será solo un sueño. Pero, ¿y si lo soñamos todos y todas?