Necrológicas

José Luis Ampuero Pena

Por Carlos Contreras Martes 30 de Abril del 2024

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Me encontraba fuera de la región cuando me enteré de la partida hacia lugares que desconocemos, del emblemático profesor, constructor, comunicador social, mueblista, locutor, poeta, escritor, melómano, librepensador y natalino de tomo y lomo, aunque paradojalmente no nació en su tierra querida, José Luis Ampuero Pena. 

Su vida fue una manifestación permanente e inagotable de pasión, por la vida, por su familia, por su pareja, por su ciudad, por sus alumnos, por sus amigos, por la poesía, por la bohemia, por la noche y los amaneceres, por el sentimiento trágico de la vida (en las palabras de Unamuno), por el futuro y por el presente.

Lo conocí a principios del año 2002 cuando él desempeñaba funciones en la gobernación de Ultima Esperanza y supe de su compromiso social y dedicación a los asuntos del pueblo. 

Fui testigo de sus desvelos para dar a luz, junto con don Edgardo Cea Oyarzún y don Pedro Cid Santos, al libro de conmemoración a los cien años de Puerto Natales intitulado “Natales, cien años de historia 1911-2011” que constituye un registro histórico de primer nivel y que refleja con dedicación, documentación y sentimiento a los primeros habitantes de la provincia, sus organizaciones, las manifestaciones comunitarias, su economía, educación y servicios, su vida espiritual, su gobierno y autoridades, los principales hechos históricos; un texto imprescindible para conocer realmente esta provincia de reconocidas características especiales y únicas.

Supe de su enorme calidad humana que tenía la delicadeza de compartir con aquellos que designaba como sus amigos a quienes siempre ofrendaba un sincero afecto y dedicación, de aquellos que cada vez se echan más de menos en una sociedad que se comunica por medio de tres o cuatro palabras abreviadas en redes sociales y que escapan, a diferencia de José Luis, de conversaciones largas y francas hasta agotar el debate.

Nota aparte merece el especial sufrimiento y preocupación por su Natales querido, sabedor que la tarea de mejorar las condiciones de vida de todos sus habitantes es inagotable, sólo le importaba que las cosas funcionaran y ello le generaba profundas decepciones, pues la urgencia siempre era evidente.

Conocí al hijo y al padre, el regalón, el mañoso, el de un amor infinito y, como todo amor verdadero, desinteresado y siempre expuesto, lo que siempre me recordaba los versos de uno de los cantantes que escuchamos más de alguna vez “un corazón tendido al sol”.

El hombre de las eternas y conmovedoras historias que compartía sus miradas con los mundos de Joaquín Sabina, Bruce Springsteen, Serrat, Fito Páez (porque me gusta estar al otro lado del camino) y tantos otros que nos acompañaron en momentos tristes, amargos, dulces y alegres.

El poeta que cayó más de alguna vez sólo para demostrar que lo imprescindible es volver a ponernos de pie y seguir con la rabia y el alma adelante.

El mundo pierde otro hombre bueno, pero Puerto Natales pierde a un amante insustituible de sus calles, de sus noches, de sus paisajes y de su gente. Descansa en paz amigo mio.

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