Emotiva despedida recibió apreciado fundador de Carnicería Don Angel
Tal vez el nombre de Rosalindo Saldivia Mancilla no diga mucho para la mayoría de la población. Pero si decimos que fue el dueño de la Carnicería Don Angel, ahí se genera la asociación entre el vecino del barrio Croata y quien fue el hombre ligado toda una vida al rubro cárneo.
Dejó de existir a los 90 años de edad. Y ayer tuvo su funeral, precedido de un responso en el Santuario María Auxiliadora donde llegaron a la despedida muchas amistades, vecinos y familiares. Y luego vino el acompañamiento final, a su última morada, el Cementerio Municipal de Punta Arenas.
Rosalindo formó una familia al casarse con Delmira Vásquez Alvarado, quien está un poco delicada de salud. De este matrimonio nacieron dos hijos: Sergio y Angélica Saldivia Vásquez, quienes le dieron cuatro nietos y dos bisnietas.
Inicios
Corría el año 1980 cuando el país se vio complicado por una fuerte crisis económica, producto de la caída del dólar. Fue la época en que quebraron muchas empresas. Una de estas fue “Zuvic y Compañía Limitada”, formada por Tomás Zuvic, que era el encargado de la compra de animales; Gonzalo Genskowsky, administrador y Rosalindo Saldivia, encargado de los tres locales comerciales que tenían en Punta Arenas.
La sociedad se deshizo y cada uno emprendió caminos independientes.
Ahí fue cuando Rosalindo Saldiva, con 47 años de edad, apostó su pequeño capital que tenía a una carnicería. Le interesó y puso los ojos en una que funcionaba en calle Jorge Montt Nº234, en el barrio Croata, llamada “Carnicería Angel”.
“Ahí empezó a trabajar con mi mamá, ella de cajera, pero al nombre le agregó la palabra don y por eso quedó como Carnicería Don Angel”, admitió su hijo, Sergio.
“Años después me sumé yo y mi padre se retiró a los 67 años de edad, Cuando tomé la posta y me hice cargo de la carnicería, hace ya unos 30 años, decidí cambiar el nombre o concepto de carnicería por Carnes Don Angel, como se llama actualmente”.
Hace ocho años don Rosalindo Saldivia sufrió una ACV y eso complicó su movilidad, que lo dejó con asistencia las 24 horas.
“Por la inmensa cantidad de saludos que hemos recibido me doy cuenta que mi viejo marcó una huella y eso me pone muy orgulloso. Yo mantuve y seguiré el legado de mi padre”, remató Sergio.