Necrológicas

– María Gabby de Freittas Sandoval

– Francisco Segundo Barrientos Navarro

1 de mayo, día de las y los trabajadores

Por José Ruiz Pivcevic Domingo 5 de Mayo del 2024

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En medio de una conversación cotidiana, a propósito del debate de las 40 horas, me encontré planteando una pregunta sencilla: ¿Cuántas horas trabajas cada día? y la respuesta fue rápida y automática: ocho. Pero, ¿cómo puede ser que no sean dieciocho, como en los tiempos de nuestros tatarabuelos? La pregunta cobró vida, mientras la respuesta se desvanecía en un incómodo susurro. Entonces hablamos de las razones por las que llegamos a esto, partiendo por la masacre de Chicago en mayo de 1886.

¿Y cuántos días a la semana trabajas hoy? Cinco. ¿Cinco? ¿Y por qué no seis y medio? Una razón la explica otra masacre en la misma ciudad, pero en 1937. Tragedias que sucedieron y el tiempo parece borrarlas.

Por eso, es crucial mirar hacia el pasado para comprender el presente. Más de 138 años después de los acontecimientos el cambio logrado por los que lucharon conscientemente, hoy se ha convertido en una realidad tan cotidiana y normal que tendemos a pasarla por alto. Detrás de cada conquista laboral hay episodios muchas veces trágicos, porque nunca nada les ha sido regalado a las y los trabajadores.

Nada de eso es ajeno en Chile, donde han sucedido diversas revueltas que bregaron por mejores condiciones laborales. Diría que el movimiento obrero alcanzó un punto álgido a principios del siglo XX, como con las movilizaciones de los obreros del carbón en Lota, los portuarios en Valparaíso, la “huelga de la carne” en Santiago o para qué decir la matanza frente a la escuela Santa María en Iquique en 1907.

En tanto, en nuestra región la organización sindical tiene una encomiable historia. Propia de las duras condiciones de vida y explotación laboral que enfrentaron, con precios excesivos en productos básicos y el uso de vales por parte de las mismas tiendas donde trabajaban. Cabe siempre destacar la formación de la Federación Obrera de Magallanes (FOM) en 1911, que utilizó cooperativas, una imprenta y un teatro para organizar a los trabajadores y que disfrute la familia. Pero también supo de represiones.  En Natales en 1919, el ataque y quema del local de la FOM en 1920 perpetrado por la “Guardia Blanca”, historia muy bien documentada por Carlos Vega Delgado. Finalizando estos trágicos años, “al otro lado del alambrado”, con la fuerte represión a la prolongada huelga rural que podemos conocer por el admirable trabajo de Osvaldo Bayer con la “Patagonia Rebelde” y que el magallánico, Pavel Oyarzún, noveló la huida a Chile del “Gallego” Soto con su libro “El paso del diablo”.

El pasado nos enseña que cada logro, cada derecho laboral que hoy consideramos fundamental, fue conquistado con persistente esfuerzo, lucha, y, lamentablemente, muchas veces con vidas que se entregaron por los demás. Es un recordatorio de la fuerza colectiva y la solidaridad que impulsaron cambios significativos en la historia de los trabajadores.

Los tiempos han cambiado, hoy el diálogo tiene y debe predominar. Pero el desafío de continuar trabajando por un mundo donde las y los trabajadores gocen de condiciones dignas y justas, persiste. Un futuro donde la justicia social y la igualdad sean pilares fundamentales de nuestra sociedad. Un deber hoy, por ejemplo, es lograr pensiones dignas para aquellos que dedicaron su vida al trabajo. Es una tarea que debemos asumir con determinación y compromiso, en honor a quienes allanaron el camino.

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