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Probidad en los entes persecutores de los delincuentes

Por La Prensa Austral Viernes 31 de Mayo del 2024

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La reciente investigación de la Fiscalía en Puerto Natales, que involucra a un asistente de fiscal, un carabinero y un miembro de la Policía de Investigaciones (PDI) por cohecho y violación de secreto, pone de manifiesto un desafío crítico para la justicia y la seguridad en Chile. Si ello siempre es un imperativo, en una época en la que el avance del crimen organizado se presenta como una amenaza creciente, la integridad de las instituciones encargadas de combatir el delito es más crucial que nunca.

El compromiso de la Fiscalía con la probidad es fundamental para mantener la confianza de la ciudadanía en el sistema judicial. Los hechos en Puerto Natales, si bien lamentables, muestran que el Ministerio Público no rehúye de su responsabilidad de investigar y sancionar cualquier acto de corrupción dentro de sus filas. Este caso debe ser visto como un ejemplo de la importancia de la transparencia y la rendición de cuentas en todas las esferas del servicio público.

Ya en la misma plaza se abrieron investigaciones que han tocado a personal de la Fiscalía y llama la atención que en una ciudad tan pequeña se registren conductas deshonestas y constitutivas de delito por parte de quienes, precisamente, están llamados a hacer cumplir la ley y perseguir a todos quienes contravengan las disposiciones legales y cometan delitos.

Aunque toda comisión de ilícitos debe ser perseguida y sancionada oportunamente, hoy existe verdadera inquietud por la creciente operación de bandas del crimen organizado y el narcotráfico que, en otros países, han permeado la institucionalidad y han corrompido el tejido democrático

El crimen organizado se expande y se vuelve cada vez más sofisticado, por lo que la corrupción dentro de las fuerzas de seguridad y la administración de justicia representa un riesgo grave. La infiltración de estas redes delictivas en las instituciones encargadas de combatirlas puede minar los esfuerzos por mantener el orden y la seguridad pública. Por ello, la integridad y la ética profesional deben ser intransigentes, y cualquier señal de corrupción debe ser enfrentada con firmeza y transparencia.

Es imperativo que las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia sean irreprochables. La confianza del público en estas instituciones es fundamental para su funcionamiento y eficacia. Es vital implementar y fortalecer mecanismos internos de control y auditoría, además de fomentar una cultura de integridad y ética entre todos los funcionarios. La capacitación continua en temas de ética y anticorrupción puede ser una herramienta clave para prevenir futuros incidentes.

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