Chile Cuida, la visibilización como primer paso
El envejecimiento es un fenómeno colectivo y social que inicia con el nacimiento. En tanto la vejez, se considera que comienza a los 60 años y que es la última etapa de la vida y forma parte del envejecimiento.
La vejez es un fenómeno de vida personal y privada que es asumida por cada mayor y su entorno más cercano, formado por la familia y amistades. Cada cual con sus recursos -personales o familiares- le hace frente al desafío que implica esta etapa de la vida. Por eso se considera que, mientras más personas transiten la vejez en una comunidad, más importante es este envejecimiento en esta sociedad.
Es lo que ha ocurrido en Chile en estas últimas décadas con el envejecimiento poblacional. Surgen más necesidades y requerimientos que se plantean a la sociedad. Donde claramente ya no bastan los recursos personales o familiares para hacerle frente. Se necesita una política social que afronte estos requerimientos y necesidades de la población mayor y el Estado debe asumir responsabilidades y propiciar mecanismos para facilitar la atención y cuidados de los mayores, especialmente los que requieren de otros para su cuidado y atención.
Los mayores con necesidades de cuidado son un grupo que crece y seguirá creciendo en los próximos años. Sus necesidades impactan en la economía social, en la provisión de servicios. De ahí que se valore que el Estado se haga cargo de integrar las políticas públicas que favorecen y ayudan a quienes cumplen el rol de cuidadores de personas que viven con discapacidad o dependencia, muchos de ellos mayores. La creación de un cuarto pilar social era ya necesario en nuestra sociedad.
Como tal se debe valorar y propiciar que quienes cumplen el rol de cuidadores no lo hagan como hasta ahora, de manera altruista, con esfuerzo y un gran desgaste físico y emocional, más cuando los cuidados son asumidos por otra persona mayor. Porque deja de lado su propio proceso de envejecimiento y sus necesidades, por satisfacer las de otro que son más urgentes y apremiantes. Por eso importa que la sociedad valore ese esfuerzo y que además favorezca que tal tarea sea asumida por integrantes de la sociedad.
Cuidar de otros no debe ser un sacrificio o una misión que asumen algunos por quienes requieren ser cuidados. Debe estar en el centro de la acción social de un Estado. Hay que valorar estos esfuerzos y acrecentarlos, a través de un sistema que dé garantías de que se pueden desarrollar tales funciones sin repercusiones en sus propias vidas. Eso finalmente hace que quien lo necesite, reciba cuidados de calidad y permanentes.
Facilitarle las tareas a los cuidadores ayuda a quien se cuida. Es ganancia efectiva para ellos. Por eso, es importante que como sociedad lo hagamos. Los últimos anuncios dan esperanza que el Estado pueda de esta manera poner en el centro a quienes se quiere beneficiar con esta política pública, es decir, a quienes lo precisan para seguir en nuestra sociedad de cuidados y atenciones especiales. Poder hacerlo ahora en Chile será una mirada de futuro para muchos mayores que ya lo requieren hoy.
Hay mucho por hacer. Es necesario que localmente existan los diagnósticos precisos de las necesidades que hay en cada comunidad, para proveer las ayudas necesarias. Para que su provisión sea oportuna y proporcional a las necesidades de la población.
Muchas veces sucede que al no existir estos diagnósticos locales se trabaja con supuestos y aproximaciones. Por eso muchos programas se quedan cortos en proveer lo que se necesita. Es importante que para una mejor atención de los mayores las necesidades se sobreestimen, porque cuando el Estado abre una puerta para una mejor política pública las necesidades rápidamente se ven sobrepasadas por los requerimientos locales. Para más este es un problema emergente y en progresión, por lo cual sus necesidades irán en aumento.
Asegurar un buen cuidado de los mayores debe ser visto como una inversión social, ya que una persona mayor bien cuidada y atendida en su entorno social o familiar, asegura una menor repercusión del deterioro y en consecuencia es menos demandante del mismo Estado y con ello, se requerirán menos recursos sociales o de salud, que habitualmente son más caros por ser más específicos o profesionales.
Siempre se dice que se debe invertir más en prevención que en tratamientos. Por eso esta política pública apunta a eso. Su foco al asegurar cuidados es que se invierte en mejor calidad de vida y una mejor vejez para los mayores. Obviamente debe ser una política regionalizada o con una mirada local diferenciada, porque el lugar o entorno donde se envejece también impacta en las características de tal envejecimiento.
Hoy el trabajo debe apuntar a que no sea visto el envejecer como una etapa de inseguridades o miedos por lo que puede venir o suceder, si no que por el contrario se den seguridades que muchos de los requerimientos de una persona mayor al envejecer serán provistos y estarán asegurados. Eso es calidad de vida para nuestros mayores.
Por eso hay esperanza de que esta vez se haga bien la pega por ellos, ya que es una necesidad presente y urgente.