Gerardo Balbontín, gerente general de Blumar: “Aquí el mayor grado de conflictividad que tenemos es el ordenamiento del territorio”
Lucas Ulloa Intveen
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El viernes recién pasado, la empresa Blumar logró un nuevo hito en su historia en Magallanes, inaugurando su nueva planta procesadora de salmones para la producción regional, luego del incendio que consumió la fábrica de Entrevientos. La semana pasada, su gerente general, Gerardo Balbontín, además de otros ejecutivos de la firma, asistieron a una cumbre del gremio, el Salmón Summit, en el Teatro del Lago de Frutillar, donde se compartieron visiones sobre la contingencia y problemáticas que afectan el desarrollo del sector.
Las nuevas instalaciones consideraron una inversión “relativamente abordable”, según señaló Balbontín, cercana a los $1.000 millones. “Tenemos la posibilidad de procesar el 100% de nuestra producción en la región, la que quiere alcanzar hacia el año 2025 en adelante alrededor de 23.000 toneladas anuales. Este año estamos bajos, en torno a las 15.000 toneladas, pero vamos a remontar”, consigna el gerente general.
Sin embargo, pese a avizorar un balance productivo más positivo para el segundo semestre y siguiente año, hay muchas incertidumbres que han detenido las inversiones más grandes y ponen en riesgo la continuidad de las operaciones a largo plazo.
– ¿Hubo algún hito que marcó el freno de las inversiones?
– “Sin duda. Yo creo que hoy día lo que ha generado este freno en las inversiones a nivel de la salmonicultura, principalmente, por un lado, es la falta de posibilidades de crecer. Hoy día tenemos varias instancias que están generando un congelamiento o una postergación de las posibilidades de crecer y, tal como lo sabemos, está la Ley Lafkenche. Por otro lado, la definición de los planes de manejo de las áreas de reserva. Por tanto, son temas que generan incertidumbre y, ante esa incertidumbre, mientras no tengamos las reglas claras de saber cuál va a ser la proyección y la continuidad es muy difícil tomar decisiones de inversión, porque cualquier decisión de inversión de este tipo de industria son a 20 años y no podemos tomar decisiones de corto plazo”.
– En el marco de las conversaciones con el Ejecutivo, ¿hacia dónde apuntan las estrategias para compatibilizar ambas miradas?
– “Es una propuesta que está en ciernes de conversación, todavía falta mucho por delante. La industria acuícola requiere de una Ley Acuícola. Hoy día dependemos de una Ley de Pesca y Acuicultura, hoy día está en el Parlamento en discusión una nueva ley, pero necesitamos también tener una discusión de una nueva ley de acuicultura. Básicamente, una ley que hable de cómo se va a producir, cómo va a crecer la producción y también respecto del uso del territorio. Porque aquí el mayor grado de conflictividad que tenemos es el ordenamiento del territorio, porque nosotros, como acuicultura, tenemos áreas aptas muy definidas, pequeñas y acotadas, pero así y todo se genera sobreposición, conflictos con áreas que han llegado posteriormente, con áreas de reserva, con las Ecmpo. Entonces, empiezan a competir y a entrar en conflicto. Falta una buena definición del espacio territorial, qué va a ser conservación, qué va ser producción y qué va a ser áreas de pueblos originarios”.
– ¿Han tenido conversaciones o acercamiento con parlamentarios?
– “Si uno mira el fondo, en general, existe una conciencia de que se requiere, pero ahora hay que hacer el trabajo de discusión, de definición y eso es lo importante. Acá hay muchos grupos de interés y ahí genera tensión, fricción, pero con altura de miras tenemos que pensar cuál va a ser el futuro de los próximos 50 años de la Región de Magallanes y su desarrollo sostenible. La acuicultura y la salmonicultura, en particular, son actividades descentralizadoras, son actividades que generan producción en regiones. Está pasando en Magallanes, Aysén y Puerto Montt. La salmonicultura es el segundo producto de exportación después del cobre. En Magallanes, ocupa muy poco espacio, el 2023 se utilizaron 36 concesiones para producir la cantidad que se exportó que fueron 650 millones de dólares. Y eso significó el uso de 600 hectáreas. No existe otra actividad que pueda producir en 600 hectáreas una cifra así de exportación”.
– ¿Los planes de manejo como están elaborados hasta ahora representan una fecha de caducidad para la salmonicultura? ¿Existe un plan de contingencia?
– “Así es. Si sale como se presentó, que creemos que no debiera prosperar, porque las cosas que no tienen sentido no debieran prosperar, por supuesto que la salmonicultura no tiene futuro en la Región de Magallanes. Pero creemos que se va a mejorar en el camino, creemos que se va a cambiar. Muchas cosas se hacen en cuatro paredes y nadie sabe por qué salieron. En el caso de los planes de manejo ya fueron completamente elaborados por una ONG ambientalista con fuerte oposición a la salmonicultura, por lo tanto, eso no es lógico, no se debiera aceptar que eso ocurra. Por tanto, creemos que se va a corregir”.