Necrológicas

Sabores de antes

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 21 de Julio del 2024

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Los sabores nos traen recuerdos, y si de evocaciones agradables de la infancia se trata, debemos remitirnos necesariamente a las golosinas. En esta materia, nosotros los magallánicos de la década de 1960, gozamos del privilegio casi exclusivo de acceder a productos importados, cuyos sabores y olores jamás olvidaremos; haremos entonces, un breve recuento respecto de algunos ellos.

Empezaremos con el inolvidable refresco espumante “Tiki” de origen suizo, de los diversos sabores el más solicitado era el de Coca Cola. El “Tiki” no ha tenido parangón, a pesar que durante algún tiempo circuló una lejana imitación de fabricación nacional (nos referimos al refresco “Egar´s”). No habrá jugo como el “Tiki”, ni siquiera el recordado “Carita Alegre” le pudo quitar el sitial de honor que ocupa en los paladares magallánicos. 

Si de postres se trataba, contábamos con la jalea “Nelson”, que venía en panes de gelatina concentrada para disolver en agua caliente. Generalmente la devorábamos sin preparar. Para la once degustábamos el chocolate y la cocoa “Cadbury”.

También recordamos los “Taxi” y los “Pengüin”, consistentes en una galleta bañada en chocolate, con envoltorios de papel metálico de colores rojo, verde y azul. En esta materia la línea Mackintos’h nos ofrecía un amplio abanico de posibilidades: los bombones “Mintola”, cuadrados y con relleno de sabor a menta; los bombones “Munchies”, también cuadrados y con una avellana en el centro; los masticables recubiertos “Tooty Fruties” o los “Toffo”, un toffee redondo, competencia directa de los “Cremona”. Pero el punto alto de Mackintos’h lo marcaba el surtido “Quality Street” en cajas de diversos tamaños, la más grande era infaltable en la navidad y traía bombones con diversos rellenos y calugas (generalmente las últimas en agotarse).   

En el rubro de las pastillas hay que mencionar las “Polo” – con forma de argolla- y las “Pez”. Éstas últimas marcaron época: eran rectangulares y las vendían en unos dispensadores plásticos que se activaban con un mecanismo de resorte. Entre los chicles más recordados están los “Bazooka” originales con las tiras de historietas y los “Tattoo” que traían unos tatuajes que se aplicaban con agua. 

Muchos de los productos citados comparten la particularidad de no estar disponibles, entraron a la categoría de esos artículos -como decimos los antiguos- “que ya no llegan” o si llegan “ya no son como los de antes”. Ignoramos si se siguen fabricando en sus países de origen. 

Junto con lo anterior, recordemos algunos de los locales en los cuales se podían comprar las exquisiteces. En la década del `60 el sitial de honor lo ocupaba -sin duda- la confitería Djapra en Errázuriz con Nogueira. Era un sitio de peregrinación, casi sagrado para todos los que tuvimos la suerte de respirar el olor de ensueño proveniente de esas estanterías que parecían llegar al cielo. Al lado de Djapra por Nogueira, separado por la tienda Dimartel estaba el Café Varnava, que inundaba con su aroma todo el sector. Varnava contaba con una surtida sección de confitería a la entrada del local. Si bajábamos por Errázuriz, encontrábamos frente al edificio de Investigaciones la confitería de Zderich, cuya especialidad eran los toffees (recuerdo las inmensas bolsas de toffees que se exhibían en las vitrinas). 

En Bories con Mejicana estaba la confitería King y siguiendo hacia el sur por la misma vereda en la cuadra siguiente, se encontraba el local atendido por los hermanos Laurido; hoy día tienda “Vocé”. También en Bories, precisamente en el edificio del Cine “Gran Palace” (hoy galería comercial) funcionó el negocio que estuvo durante años a cargo de Don Pascual Fernández (era “La Confitería del Palace”) donde reinaban los famosos confites de “alquitrán” de color negro (esos codiciados toffees de anís). 

Por último, recordemos la Casa Roehrs en O’Higgins frente al Liceo de Niñas con su mostrador de vidrio poblado de confites y también la farmacia “La Estrella” donde vendían los caramelos Hacks de mentol. 

Al igual que el refresco “Tiki” o los chocolates “Taxi”, los negocios citados ya no están en la ciudad. En nuestra memoria y paladar permanecerán como imágenes de esa infancia magallánica de la que nos sentimos tan orgullosos, y a la cual quisiéramos volver, aunque sea por un momento…el suficiente para tomarnos un “Tiki” o devorar una jalea “Nelson”.

Imagen: Fuente Biblioteca Nacional Digital.