Enterraron en Alemania el cráneo de selk’nam ante dificultad de sepultura en Tierra del Fuego
“Estamos aquí para devolverles a sus antepasados”, decía a los visitantes de la Comunidad Covadonga Ona y demás de la delegación, el director de los museos de Lübeck, Tilmann von Stockhausen. Fue una emotiva ceremonia para devolver oficialmente los restos de Hoshkó, como fue bautizado ya que se desconoce el verdadero nombre. Sólo sabían que tenía unos cincuenta años y que un emigrante alemán donó su cráneo al Museo Etnológico de Lübeck en 1914.
Desde finales del siglo XIX, los museos, colecciones e institutos médicos alemanes se han adquirido o apropiado de miles de cráneos de diversas culturas que fueron víctimas de la explotación colonial.
El cráneo de Hoshkó yace hoy en una caja de madera, elaboradamente decorada con adornos color verde dorado hechos con pintura lacada. El director de la colección, Lars Frühsorge, está en contacto con los selk’nam desde hace unos dos años y ha habido visitas mutuas. Ese día acudieron cuatro representantes de la comunidad, pintados ritualmente y vistiendo ponchos de piel tradicionales. “Los restos de nuestros antepasados no son exhibiciones”, dice la selk’nam Hema’ny Molina. Ella le agradece con un collar tradicional como regalo de devolución.
Hema’ny Molina, presidenta de la Comunidad Covadonga Ona, destaca que hubo mucha gente involucrada para hacer esto posible. “La doctora Claudia Kalka y el doctor Lars Frühsorge, con quienes tenemos un trabajo constante entre la Fundación Hach Saye y el Museo de Lübeck. Además de contar siempre con la asesoría y apoyo del Sr. Ariel León y del esfuerzo de cada una de las personas que componemos la Comunidad Covadonga Ona y en este caso en particular el apoyo de la Comunidad Aska Chogue. Además de las grandes mujeres que me acompañaron Marcela Comte y Adriana Mercado”.
Sin embargo, fue crítica con las leyes y el Servicio de Patrimonio Cultural (Serpat), ya que según indicó, el cráneo no pudo ser devuelto para ser enterrado en Chile, ya que una vez ingresado a la frontera, corría peligro de ser requisado para ser estudiado y analizado e incluso vuelto a poner en vitrinas: “Actualmente sigue la injusticia porque nuestros muertos son considerados piezas arqueológicas”.
“Se nos dio un no rotundo para traerlo y darle sepultura en Tierra del Fuego. Se nos dijo que debe ser estudiado y fue categórico. Yo me pregunto, si los cientos quizás miles de restos óseos que existen en las bodegas de museos, y universidades en Chile no son estudiados y devueltos a sus comunidades de origen para su entierro y dicen que es porque no hay presupuesto. ¿Por qué íbamos a traer a nuestro ancestro para que siga en una caja de cartón en una bodega?”, se pregunta Molina.
El trámite en Lübeck involucró sacarlo de la tipificación de “objeto” y poder darle descanso en tierra, devolviéndole su dignidad como persona. “Ahora con paciencia veremos de qué manera podemos traerlo en un futuro cuando las garantías de dignidad sean las justas para las personas que fueron sacadas de sus tumbas y comercializadas o que fueron llevadas en vida como esclavos para servir de entretención en zoo humanos. Todos eran personas, antes de ser encontrados por un civilizado que quiso hacer ciencia, historia o negocios”, comenta Hema’ny.