Necrológicas

China en el horizonte

Por Abraham Santibáñez Lunes 14 de Abril del 2025

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Los términos pueden variar según la traducción. Pero no cabe duda de su vigencia: “China es un gigante dormido. Déjenla dormir, porque cuando despierte, el mundo se estremecerá”. Fue la respuesta que dio Napoleón Bonaparte a quien le sugería que era hora de apoderarse de China.

Después del fracaso de la invasión a Rusia, Napoleón se convenció de dejar tranquilo al Celeste Imperio. Otros europeos lo intentaron, pero la milenaria fortaleza china no se alteró. Y ahora, desde 1949 bajo el Partido Comunista, se ha convertido en una nación poderosa. Es el tercer país más extenso del planeta detrás de Rusia y Canadá. Ciertamente China ya no es “un país de campesinos”, como trató de denostarlo el vicepresidente de Donald Trump. 

Superando siglos de desigualdad y pobreza, parece inminente su transformación en la mayor potencia del mundo. La actual guerra de aranceles podría ser el trampolín para este “gran salto” al que aspiraba Mao Zedong.

El Fondo Monetario Internacional (Fmi), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico y otras diversas instituciones han coincidido en subrayar las positivas previsiones para el futuro chino. Steven Barnett, representante del Fmi en Beijing, dijo en 2023 que China es un motor del desarrollo, contribuyendo con un tercio del crecimiento mundial.

La vertiginosa escalada arancelaria gatillada por Trump está desmantelando ahora la relación comercial entre Estados Unidos y China. Lo peor es que amenaza con arrastrar la economía mundial hacia rumbos inciertos. Lejos quedaron las batallas de 2018 y 2019, en el primer mandato de Trump. EE.UU. entonces demoró más de un año en aumentar los aranceles a China. Esta vez sólo ha sido cuestión de días, con gravámenes mucho mayores a una muy amplia gama de productos.

En el último episodio de esta truculenta serie, la semana pasada Trump respondió a la decisión china de igualar su gravamen del 50 por ciento, elevando la tasa china al menos el 145 por ciento.

 Pese al inevitable impacto de estas medidas, la visión de Trump y sus partidarios no ha variado, salvo pequeñas concesiones y mayores plazos. 

Peter Navarro, doctor en Economía de Harvard, es un férreo defensor de los aranceles: “Son una genialidad que el Presidente Trump prometió en la campaña electoral y es lo que vamos a hacer”, dijo en Fox News. En su libro Death by China publicado en 2011, acusó a China de violar las reglas comerciales y subsidiar ilegalmente las exportaciones. Estima que las nuevas tasas permitirán al gobierno de EE.UU. una recaudación de 600 mil millones de dólares. Y que ello permitirá “la mayor rebaja de impuestos en la historia de Estados Unidos para la clase media”. 

Los optimistas son cada vez menos.

“Nos acercamos a una ruptura monumental y desastrosa”, dijo el jueves a The New York Times Orville Schell, de la Asia Society de Nueva York. “El tejido que con tanto cuidado hemos urdido durante las últimas décadas se está desgarrando”.

La desoladora conclusión es que “está en peligro una relación que dio forma a la economía mundial en el siglo XXI”. Se abre con ello una gran incógnita.

Por ahora es un hecho incontrovertible que China tiene la musculatura para desafiar, en su estilo, cauto, algo retorcido y siempre “dispuesto a negociar”, a cualquiera, incluso al impredecible presidente de Estados Unidos.

Era lo que sabía Napoleón.

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