Primarias más, primarias menos
Se acerca la fecha tope para las primarias legales, la oposición suma al menos 3 candidatos que pueden llegar a 5, de los cuales dos han manifestado su voluntad de no competir en primarias; por el oficialismo ya vamos en 6, pudiendo sumar uno más y, por su parte la Democracia Cristiana, de cualquier modo, tiene su candidato.
Desde de que se instaló el sistema de primarias se han realizado más primarias convencionales que legales en todos los niveles, desde la presidencia hasta las alcaldías. Cuando no se han realizado se ha producido una crítica generalizada a la dispersión de candidatos y ahora que existe una buena cantidad empiezan los análisis políticos que dan cuenta de los problemas que plantea esta proliferación de candidatos que traerá como consecuencia divisionismo, enojos, malestares y ausencia de fraternidad.
La realidad de las cosas es que ya no existe un razonamiento en el cual se pueda confiar y, a la inseguridad ciudadana, a la inseguridad previsional o del futuro, ahora debemos agregar la inseguridad política en la cual nos sumergen, precisamente, quienes practican la política y que desvergonzadamente cuando critican el sistema hablan en tercera persona de los políticos, excluyéndose conveniente e inexplicablemente de esta nefasta calificación, que por cierto comparten y que les permite, entre otras cosas sostener sus gastos de vida.
Pongámonos de acuerdo de una vez y precisemos si las primarias legales son buenas o malas
sólo eso, no se pide mucho más de quienes aseguran que gobernarán este país con responsabilidad y convicción.
Veamos algunos de los argumentos que justificaron, en su momento, el sistema de primarias legales: a) más democracia; por supuesto que dicha expresión se ha ido transformando del remedio absoluto a nuestros problemas sociales, como el antiguo mejoral en materia de salud doméstica, en la causa de todos nuestros males sociales, casi como la corrupción que se encuentra presente en todos los ámbitos de la vida social y lo anterior es de plena responsabilidad de quienes desempeñan las tareas, acciones o trabajos políticos (para que no se sientan ofendidos por llamarles como lo que son: políticos), pues son ellos los que nos han conducido por una inestabilidad que transita entre acusaciones constitucionales, acusaciones infundadas de corrupción, requerimientos al tribunal constitucional (espero que ahora que se abrió la puerta unos cuantos parlamentarios más salgan, por su negociaciones, contratos y conductas incompatibles), en todo caso, sigo pensado que el ejercicio de la de democracia, sea representativa o directa, es siempre el mejor camino entendiendo que se trata de la elección entre distintas opciones; b) el libre acceso a los cargos de elección popular que, si bien redunda en democracia, tiene que ver con movilidad social.
Pareciera ser que estos argumentos hoy no son válidos cuando tiene muchos candidatos.
Argumentos en contra de las primarias: a) diferencias insalvables entre integrantes de coaliciones, mal argumento porque la democracia no es la imposición de ideas, es la confluencia de ellas en un beneficio social; b) gasto innecesario (ya se discutía en su momento), argumento que atenta contra el derecho de quienes no puedan financiar un proceso de esta naturaleza para participar del libre acceso a cargos, pareciera que el financiamiento estatal sigue siendo una buena idea; c) pérdida de tiempo cuando lo que importa son las verdaderas elecciones, mal argumento también porque la necesidad de controvertir ideas en pos del bien común nunca debe ser una pérdida de tiempo.
Reafirmo mi convicción en las primarias legales para fortalecer las democracias por medio del debate justo y razonado del mismo modo espero que quienes pretenden dirigir el país valoren este proceso como necesario e ineludible.