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Incoherencias pandémicas

Por Emilio Boccazzi Campos Lunes 14 de Diciembre del 2020
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Si algo ha tenido este 2020, producto de la inesperada pandemia, ha sido no sólo la poca resolutividad y mezquindad del gobierno para paliar las consecuencias sociales y económicas que ha traído como consecuencia el Covid-19, sino que también ha habido un cúmulo de incongruencias, incoherencias, criterios de desigualdad y a ratos, medidas ridículas en algunos casos y en muchas otras, con manga ancha para unos y manga angosta para muchos otros.

Usted habrá tenido que hacer una larga fila en algún banco, servicio público o notaría. Al consabido distanciamiento de al menos un metro entre las personas, las que supervigilan con fusil en mano, los efectivos de las Fuerzas Armadas, también probablemente, ha tenido que viajar en el transporte público donde ha tenido que viajar a un centímetro de los demás.

Si ha sufrido como muchos, la pérdida de un ser querido, ha tenido que sufrir los rigores del protocolo sanitario, debiendo despedir en la puerta del cementerio, a su deudo, cuando probablemente no hay lugar más aireado como el Cementerio Municipal o los Cementerios Parques de la ciudad. Todavía recuerdo lo incoherente de haber despedido junto a un par de miles de personas a nuestro amigo Walter Foglia (Q.E.P.D.), cuando tuvimos que agolparnos en la puerta de un Cementerio Parque de la entrada de la ciudad, y adentro del camposanto, habían miles de metros cuadrados que hubiesen permitido, una despedida más humana. Pero en los aviones atiborrados se puede viajar hombro con hombro y con escaso aire y cero renovación. Y los PCR ¿? No sé….a veces, llénate un par de formularios¡¡

Probablemente, como lo dijimos hace meses, ha sido más fácil, venir para algunas personas  del norte del país (en especial de los famosos rubros esenciales y mejor le va si es de grandes empresas), pero muchos de nosotros no hemos podido cruzar más allá de Tres Puentes en casi un año. Para que decir si ha querido o necesitado movilizarse a las otras ciudades de la región. Pero claro las empresas que buscan abaratar costos ni siquiera tuvieron los controles, y ya fuimos testigos como algunas constructoras o empresas pesqueras hicieron y deshicieron con su negro aporte a engrosar cifras de contagiados, cuando estuvimos en los días más complejos en agosto y septiembre.

Hoy, las autoridades de Salud en la región nos dicen que “en esta fase no es posible sentarse y comer en el local” (a propósito de la actitud asumida por los gastronómicos), pero si es posible comprar un cuanto hay en la vía pública o a través del “delivery” (y las medidas de higiene ¿?). Ahí no hay problema según la autoridad.

Usted no se puede cortar el pelo (hemos debido tijeretearnos al espejo todo el año) y los peluqueros como muchos otros rubros considerados no esenciales están al borde de la asfixia, pero sí puede ir a comprar artículos suntuarios (no alimentos) a conocidas grandes tiendas de la ciudad que han tenido la viveza de vender o comenzar a vender alimentos en la góndola de al lado.

Los restaurantes que pagan impuestos por todo, que contratan gente y que entregan un momento de solaz a los habitantes de la ciudad, son coercionados a no funcionar, pero se ha estimulado por omisión el comercio ilegal, o el comercio informal.

En el caso de las botillerías, se dictó una normativa municipal, que en algunos momentos, llegó a limitar por sólo dos horas diarias la venta de alcoholes, y luego tuvo hasta la semana pasada, prohibición de funcionamiento hasta la hora de inicio del toque de queda, lo que terminó en algunos momentos estimulando el comercio ilegal. El remedio peor que la enfermedad.

Los turistas pueden llegar al Parque Nacional Torres del Paine y los natalinos no pueden ir ni a Dorotea. Los aforos (que son la capacidad que pueden absorber los distintos comercios o servicios) están acotados arbitrariamente. La gente y el comercio han debido aplicar la “vieja pillería o chispeza del chileno”.

Cuarentena a la chilena, soluciones a la chilensis. Medidas arbitrarias, justicia por la propia mano y desacato. Se le perdió el respeto a la cuarentena y en especial el respeto a las medidas de “incoherencias pandémicas”.