El mejor Ife sería la eliminación del impuesto específico a los combustibles
P
robablemente los candidatos presidenciales para esta segunda vuelta, han debido tocar casi todos los temas que les han planteado, casi dictatorialmente las grandes cadenas nacionales de la prensa. Migración, gasto público, Ife Universal o Ife Laboral, Cae, retiros del 10 % de los fondos previsionales, y un largo etcétera.
Sin embargo, hay temas que afligen al país y, en particular a las regiones extremas con mayor dureza, aunque no muy distante de la situación promedio. Me refiero al valor de los combustibles que pagan los consumidores finales, es decir los millones de automovilistas y pequeños emprendedores que a través de la usura en que se ha transformado el IEC (Impuesto Específico a los Combustibles).
Este impuesto específico que se crea en 1986 a través de la Ley 18.502, estableció como uno de los principios para su promulgación, la necesaria reconstrucción de las carreteras del país, luego del terremoto de 1985. Dicho impuesto ha estado presente en Chile, en los últimos 36 años, y como casi siempre ocurre en este país, lo provisorio se transforma en permanente, en este caso, con una largueza digna del realismo mágico.
En esta ley por cierto que es sólo para algunos, es decir donde prácticamente aplica, sólo a las personas que demandan combustible para circular, es decir alguien como usted o como yo y como miles de millones de chilenos, y donde las grandes empresas navieras, aeronáuticas, forestales y grandes consorcios constructores, están lisa y llanamente exentos en el caso de las primeras o, tienen los mecanismos de recuperación tributaria y/o rebaja del débito fiscal.
Como sabemos y es frase repetida y trillada, la energía mueve al mundo, y todo lo que ocurre con los combustibles, es de vital importancia para la movilización de millones de chilenos. El valor de las bencinas y el diésel incide en el valor final de los productos que llegan a nuestras mesas y de nuestra vida cotidiana. No hay impuesto más regresivo que el impuesto que se aplica a los combustibles (y que sólo es comparable con lo regresivo del Iva).
¿Qué es un impuesto regresivo en simples palabras? Es un impuesto que capta un porcentaje menor en la medida que el ingreso aumenta. Es decir que afecta más a los pobres o de la “clase media” y afecta menos a los que más ingresos tienen (donde están las grandes empresas). El pan, los productos básicos y el combustible golpean más, a los bolsillos más precarios y por último las alzas de los combustibles se traspasarán en cada producto de consumo más básico.
Pues volvamos al impuesto específico que ya decíamos, es de usurera aplicación por parte del Estado de Chile. Sabía usted ¿cuánto vale un combustible saliendo de la refinería de Concón o de Petrox en Talcahuano? Pues siéntese un rato, para leer estas cifras.
El valor de la bencina de 93 octanos, que hoy en Punta Arenas, la pagamos en promedio a $1.031 en los surtidores o bencineras. Bueno de los $ 1.031 que se pagan en las bencineras de Punta Arenas, $387 es lo que corresponde al precio de refinería (valor con que Enap entrega a las empresas distribuidoras de combustibles), el margen bruto comercial es de $81, el Iva correspondería a $88 y el IEC (Impuesto Específico a los Combustibles) corresponde a $473. Es decir, el valor del Impuesto Específico es de un 45,9 % del valor final. Si este impuesto se derogara (porque el objetivo por el que fue creado ya expiró hace décadas), estaríamos pagando un precio que no superaría los $600 en cualquier caso.
Respecto de esto, ¿qué dicen y proponen los presidenciables? ¿Seguirán con este impuesto que ya hace muchos años debió dejar de aplicarse? ¿No creerían que no habría mejor IFE (que le cuestan al país alrededor de 2.000 millones de dólares al mes) que eliminar o, darle fecha de vencimiento y extinción a este gravamen que para variar aplica a los bolsillos más modestos y de la clase trabajadora y asalariada? En el caso de Magallanes, no sería factible y lógico que la refinería de San Gregorio, fuera equipada con los dispositivos, filtros y equipos que permitan cumplir el refinado de las bencinas de consumo en la ciudad (no sólo el combustible de barcos y de la industria aeronáutica).
Candidatos, en especial a nuestro coterráneo, póngale vista y decisión a esto, y derogue esta ley, que afecta a todos los chilenos en especial a los que viven en los extremos del país. Potencie la Enap y no permita que se sigan robando una empresa estratégica como es esta, que ha sido y fue vital en el desarrollo de Chile en los últimos 70 años.
Si no quieren eliminar este impuesto, aplíquenle este, además, no sólo a los automovilistas de Chile y pequeños emprendedores, sino que, a las industrias del transporte, del área forestal, constructoras, navieras y aeronáuticas. Al final, como se decía antes, ley pareja no es dura.