En un brete
De que como país, estamos metidos en un brete, por estar insertos en un proceso constituyente y en paralelo tener un nuevo gobierno juvenil recién asumido y además con una serie de errores no forzados, nadie podría decir lo contrario.
No sale gratis descuidar la política, la centro derecha y la centro izquierda no prestaron mucha atención a la elección de convencionales y así les fue en los porcentajes de participación y ahora sacan la voz frente a los resultados y lamentan la poca atención que les brindan en el proceso.
Como los conflictos tienen difusión fácil y concentran rating, lo que se difunde del proceso constituyente, generalmente son los exabruptos de algunas indicaciones de comisiones, más que los artículos aprobados por los 2/3 del pleno. Por supuesto no todos están conformes con los resultados que se han estado produciendo. Así algunos ya anuncian su “rechazo para mejorar”, los hay amarillos y de otros que postulan “una que nos una”. En dos palabras para muchos el votar rechazo también puede ser para tener una mejor constitución que respete lo bueno que el país tiene y corrija lo malo, aspirando a un país que pueda enfrentar con éxito los desafíos del futuro. Independiente que no sea con la nueva Constitución ni con la de los cuatro generales y Guzmán, sino con una más nueva que pueda surgir de las cenizas del rechazo, ya sea con el Congreso actual o con alguna nueva asamblea o convención, elegida sin las falencias críticas que se le endosan a la actual, pese haber surgido de un proceso democrático legitimo.
Si algunos se quieren llevar la pelota para la casa e insistir en una constitución partisana y que tenga a firme lo que a ellos les interesa y no por el contrario lo que el país necesita, el rechazo se hace más legítimo y más aún, si se presenta con una alternativa que recoja las críticas razonables y permita salir de esta intríngulis.
Uno puede mirar el lado positivo de esta situación que ha logrado unir una voluntad política transversal, de quienes quieren mantener el desarrollo que Chile ha venido experimentando, haciéndolo más justo y equitativo, pero nunca cuestionando temas fundamentales para una parte importante de la sociedad y que cuestionan la identidad republicana que se ha construido en 200 años de historia. Legítimo o no, es una gran interrogante para muchas personas y tres encuestas diferentes así lo han demostrado, cuando el porcentaje del rechazo supera al del apruebo.
Algunos personajes relevantes de los sectores que la llevan en la Convención, han salido a la palestra a poner algunas luces de alerta. Noam Titelman uno de los fundadores del Frente Amplio, es claro al expresar que, “lo que más ha faltado lograr son grandes acuerdos”. Lo que la gente espera, es “sentir que el texto puede incluir a todos, desde la derecha a la izquierda.“ El identifica el peligro en la ineficacia, que se refleja en la falta de capacidad de llegar a acuerdos, que va mermando el apoyo.
De manera similar hace un llamado el Presidente Gabriel Boric “a buscar la mayor transversalidad y amplitud posible para construir una Constitución que sea un punto de encuentro entre los chilenos y chilenas.” Por su parte, el convencional Patricio Fernández en sus redes sociales expuso: “Si los extremos se apoderan de la Convención pueden matarla. Solo venciendo la polarización y no sucumbiendo a ella, la nueva Constitución saldrá adelante”.
El ideal sería que, los que quieren pasarle la aplanadora a los otros, sumados a los que quieren trancar la rueda de la carreta para que el tema no avance, sean menos que un tercio y así se imponga la cordura y tengamos la constitución a la que todos, mas menos aspiramos.